Capítulo 11

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-¿Qué Será De Mí?-

-Al despertar, me descubrí en su habitación, acostado sobre su cama, las sábanas todavía tienen su olor de mujer, en mis sueños me veo haciéndole el amor una y otra vez, sin descanso, llenándome de ella, después ella se desvanecío entre mis brazos.

No recuerdo cuantas veces escuché el dispositivo móvil a lo lejos, hasta qué logró despertarme y de nuevo aterrize de un plumazo al descubrirme sin mí amada, al contestar estuve a punto de mandarlos al séptimo infierno, pero escuché la voz de mi Amigo George Jhonson, que me informó que la habían encontrado estaba internada en el hospital de su propiedad.

Como pude me desperté y reaccioné le pregunté:
-George, ¿Ella, se encuentra bien?.

-George, que entendía mi preocupación, estaba del otro lado de la línea pidiéndome que fuera al hospital y lo tomará con calma.

Tomé un baño rápido, me vestí y me dirigí  a la cocina rápidamente prepare un café negro bien cargado, y un par de Sándwiches los devoré  y tomé rápidamente mi Harley Davison y me dirigí rumbo a Tampa Bay.

Fueron minutos angustiantes, al llegar al lugar mi amigo me recibió, hablamos con el fin de que yo guardará la calma, pensé  lo peor, que alguien la hubiera lastimado y pensé de inmediato en la peor de mis venganzas, fuera quién fuera osado tocar a mi Princesa.

George, tocó  mi hombro, me hizo pasar a su oficina para tener más privacidad, ahí me contó en las condiciones en que la encontraron.

-Si, un par de viejitos, paseaba por un parque, vio acurrucada a una jovencita indigente, ambos señores estuvieron de acuerdo de que no podían dejarla ahí, ya que ardía en fiebre y por humanidad se merecía que la ayudaran; como temían que las autoridades no hicieran caso, la llevaron a urgencia del hospital, George que no sabía de quién se trataba fue a dialogar con los señores, pues el se negaba a recibirla, en cuanto la vío supo de quien se trataba y ordenó su pronta atención.

George continuó hablando,
-Albert, lo que tengo que decirte es muy serio, pero sé qué te estás volviendo loco, y te mereces qué te lo diga, Candy se estaba dejando morir, platiqué con ella, se niega a recibir su tratamiento, ¿sabes por qué?.

El rubio respondió ante aquel cuestionamiento, No, no lo sé, George.

El Galeno le dijo: -Candy, piensa que tu no la amas, que nada de lo que hizo fue suficiente para ti, ella se enamoró de ti, de tu firma de tratarla de cuidarla, ella prefiere morir, a que tu la busques por lástima, o que no la busques, ella tiene Cáncer de Páncreas.

-Ahora bien, Albert, tu decides ¿o regresas a tu mansión?, ¿o luchan ambos por ser felices?. He sido testigo de tu autodestrucción por ella, y a ella la veo muriendo de dolor, no sólo por el cáncer, si no también por no estar junto a ti, mi consejo no se castiguen más.

-El Patriarca, trataba de asimilar la noticia, nada lo había preparado para esa situación y sin embargo, la decisión estaba tomada, su lugar era  al lado de Candy y luchar contra su enfermedad, y después cuando sanará  su mujer, ambos desaparecerían juntos y vivir su amor.

Cuando Albert, se hubiera calmado y secado sus lágrimas pidió ir al encuentro con su amada, cuando la observó en esa cama, quiso poseerla decirle que era suya.

George a ver a la pareja de enamorados los dejo solos para qué pudieran hablar, Los rubios se miraron el silencio era testigo de su amor, no dijeron nada, ya habría momento para hablar.

[CONTINUARÁ]

-¿Que será de mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora