𝔏𝔞𝔤𝔯𝔦𝔪𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔬𝔯𝔬 (ɪ)

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" 𝓟𝓪𝓻𝓪 𝓶𝓲 𝓺𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓸 𝓑𝓻𝓾𝓷𝓸.

𝒪𝒽, 𝓆𝓊𝑒 𝒻𝑒𝓁𝒾𝒸𝒾𝒹𝒶𝒹 𝓎𝒶𝒸𝑒 𝑒𝓃 𝓂𝒾, 𝑒𝓁 𝒹𝑜𝓁𝑜𝓇 𝒹𝑒 𝓉𝓊 𝓅𝒶𝓇𝓉𝒾𝒹𝒶 𝒹𝑒𝓈𝑔𝒶𝓇𝓇𝒶𝒷𝒶 𝓂𝒾 𝒸𝑜𝓇𝒶𝓏𝑜𝓃. 𝒫𝑒𝓇𝑜 𝑒𝓈𝓉𝒶𝓈 𝒶𝓆𝓊𝒾 𝒹𝑒 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑜 𝒸𝑜𝓃𝓂𝒾𝑔𝑜, 𝒶𝓊𝓃𝓆𝓊𝑒 𝑒𝓈 𝓊𝓃𝒶 𝓅𝑒𝓃𝒶 𝓆𝓊𝑒 𝑒𝓁 𝓉𝒾𝑒𝓂𝓅𝑜 𝓈𝑒𝒶 𝓉𝓇𝒶𝒾𝒸𝒾𝑜𝓃𝑒𝓇𝑜, 𝓅𝓇𝑜𝒷𝒶𝒷𝓁𝑒𝓂𝑒𝓃𝓉𝑒 𝓈𝑒𝒶 𝓁𝒶 𝓊𝓁𝓉𝒾𝓂𝒶 𝓋𝑒𝓏 𝓆𝓊𝑒 𝓉𝑒 𝓋𝑒𝒶, 𝓉𝑒 𝓅𝒾𝒹𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓋𝑒𝓃𝑔𝒶𝓈 𝒶 𝓂𝒾, 𝒸𝑜𝓂𝑜 𝓂𝒾 𝓊𝓁𝓉𝒾𝓂𝒶 𝓋𝑜𝓁𝓊𝓃𝓉𝒶𝒹."


Tu querida  Amelia Rodríguez


Y sin dilación el señor de cabellos azabaches salió cabalgando un caballo hacia aquel pueblo, sólo dejando una nota a su madre y familia; "Amelia me necesita

Oh no, algo malo pasó. 

Llegando después de una hora sobre el pobre caballo corrió por todo el pueblo, lo habían visto pero nadie lo detuvo, sabían lo que pasaba. Vislumbro la casa color turquesa y entro sin pudor encontrándose a una chica de ojos _____ recogiendo la mesa donde se veía que previamente había comido. Ambos se quedaron viendo mutuamente en un silencio incómodo hasta que la chica empezó a gritar de emoción -¡TÍO BRUNO!- Se abalanzó sobre él, dándose un fuerte abrazo.

Dentro de Bruno no podía creer que aquella pequeña de largos cabellos _____ ahora era una señorita hecha y derecha, ¿Cuánto tiempo tiene que no la veía? Recuerdos inundaron su cabeza. -Recuerdo cuando estabas así de pequeña- Hizo un ademan con sus manos dando a entender la altura de la chica cuando era una bebé -Pero, mírate, eres hermosa igual que tu madre- 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, retumbó en su cabeza -¡Amelia!- Gritó lanzándose al cuarto de ella, dejando a una pobre ____ desconcertada, que a los pocos segundos reaccionó volviendo a su labor, a la vez que empezaba a cocinar para Bruno.

Él estaba parado frente a la puerta, un poco nervioso pero más preocupado, dio tres golpes y dentro se escuchó un débil "adelante"

Ahí estaba ella, una hermosa mujer de unos 45 años postrada en una cama con sábanas color violetas, sus cabellos castaños con tonos rojos por la luz que entraba tras la ventana algo revueltos y unos ojos que desgraciadamente reflejaban cansancio pero al verlo, a su gran amigo cambiaron bruscamente por unos de felicidad y melancolía. 

-Mi querido Bruno- La señora se sentó alzando la mano para que se acercara y cuando lo hizo la tomó suavemente dando un pequeño beso. -Sigues igual de bella desde la última vez que te ví- Dijo despegando un poco su boca. -Y tú sigues igual de pandroso que la última vez- Ambos rieron, se sentían a gusto con la cercanía del otro.

-Debes contarme todo lo que pasó, ¿Cómo regresaste?, ¿Si les dista la visión? Sólo puedo imaginarme la cara de tu mamá al verla.- Mostraba una sonrisa burlona. -¡Oh, no! Y Pepa, ¿Hizo un tornado? Recuerdo que una vez llovió sin cesar una semana por haberle ganado a las cartas, no me quiero imaginar cuando vió la visión.- Soltaba pequeñas risas de sólo recordarlo. 

Es cierto, pueblos cercanos tenían un poco la noción de lo que había pasado en el Encanto, pero eran puros chismes. -Anda, no te quedes callado, cuéntame.- La mujer tenía una sonrisa de lado, tranquilizaba a Bruno. Y así estuvieron toda la tarde hablando de lo que había pasado mientras soltaban uno que otros chistes sobre la familia Madrigal y cuánto pueden exagerar, a veces su hija subía a dejarles café o pan, se quedaba a charlar y otra vez bajaba para seguir con sus labores, era bastante pacífico, esa casa ya no se sentía vacía.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2022 ⏰

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