Era omnisciente, conocía lo que sentían los demás solo con su mirada. Veía el sufrimiento. Tenía la empatía más grande jamás conocida. Controlaba la luz y la oscuridad. Sentía el dolor en sus entrañas.
Nadie sabía, ni cómo ni por qué. Ni siquiera conocían su poder. Era como si hubiera nacido con él. Como si alguien se lo hubiera otorgado al nacer. Nada ni nadie podía enseñarle a controlar aquello que poseía. Nadie excepto su Alma.
Alma.
Sin darse cuenta la noche le puso nombre. La oscuridad. El día le otorgó ver el aura; la luz de la gente. Esa luz que pocos veían.
Su padre se llamaba Efesto; su madre Persefone.
Esa noche llegó pronto; más de lo habitual. Su madre ya vagaba por allí desde hacía rato. Su padre quemaba el cielo.
La joven Alma se durmió bajo el laurel del jardín de su casa.
No notó nada; pero alguien se la llevó.
La dejaron en la cama. Era más bella de lo que pensaban. Delgada. Su piel tan blanca como la vía láctea y su pelo hecho de oro, la hacían más bonita de lo que ya era.
Lilith esperó que despertara. Leviatán preparó el ritual antes de que llegaran.
Harían lo que Persefone les pidió; enseñarle una verdad que una vez conoces nunca olvidas.
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ÁNGEL O DEMONIO (INFIERNO 1)
FantasiAlma. Sin darse cuenta la noche le puso nombre. La oscuridad. El día le otorgó ver el aura; la luz de la gente. Esa luz que pocos veían.