Capítulo 1: Mi prisión

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Amelia estaba en su pequeña cama hecha de telas desgastadas, en posición fetal abrazaba sus piernas, la estación de invierno ya estaba aquí, el frio calaba sus huesos como dagas filosas, intentaba cubrir su pequeño cuerpo lo mejor que podía, pero aquella habitación abandonada en la que había vivido desde que tenía 7 años no le daba el calor que necesitaba.

En silencio era su único compañero, cada día, todas las mañanas y noches entre lágrimas repetía una y otra vez.

_Dios, solo quiero ver de nuevo a mi mami, si me estas escuchando ayúdame a estar de nuevo con ella, por favor.

El rey no podía entender como aún siendo tan pequeña y débil seguía con vida, con solo una comida al día cuando se acordaban de ella, cualquier ser humano que estuviera en su situación hubiese muerto en meses, muy en el fondo se enorgullecía pues la sangre valiente corría por las venas de aquella chiquilla.

Un día mientras una sirvienta llegaba a sus aposentos para alimentarla, sintió pena por aquella pequeña niña, que aun con el rechazo de su padre seguía viva, la sirvienta le dijo.

_ Princesa, aun sigue luchando por su vida, me impresiona la fuerza que tiene aun estando en estas condiciones.

Amelia tenía 10 años, a esa corta edad su vida había sido un infierno, pero muy en el fondo no se rendía fácilmente ante la muerte que le susurraba en el oído que dejara de luchar.

_ No puedo, aun tengo que conocer a mi hermanito, se que mi padre solo esta molesto por que mami se fue, pero muy pronto iré con ella, cuando salga de aquí.

La sirvienta solo miro con lastima a Amelia, aun era una niña que no comprendía muy bien la vida de los adultos, si decir nada más tomo la bandeja de comida y se la entrego. Al terminar vio los platos totalmente limpios, ella no había dejado ni una sola migaja.

Después de que la sirvienta se fuera Amelia se asomó por la ventana, afuera la nieve había empezado a acumularse, mientras veía a través de la ventana alzó su mirada al cielo y volvió a decir su pequeña oración juntando sus dos manos.

_ Dios, solo quiero ver de nuevo a mi mami, si me estas escuchando ayúdame a estar de nuevo con ella, por favor.

Con el pasar de los días Amelia repetía la misma oración durante 5 inviernos más, a la primavera de su cumpleaños número 15 aquella sirvienta que siempre le servía le llevo su ración de comida diaria, su sorpresa fue que con ella también traía un hermoso vestido blanco, joyas hermosas y adornos para decorar su cabeza.

_¿Porque has traído todo eso? _ preguntó con curiosidad.

_Su padre me pidió que trajera todo esto, que la pusiera hermosa, él quiere verla.

Habían pasado 8 años desde la última vez que Amelia había visto a su padre, ella aún recordaba las crueles palabras que le había escupido con rechazó la última vez que le había visto.

"No necesito a una hija enferma y débil como mi heredera, Así que lárgate fuera de mi vista y muere de una maldita vez"

_ ¿sabes porque quiere verme?

_ No, sólo me dijo que me diera prisa.

Después de ordenar todas las cosas nuevas sobre la cama, le dio un baño de agua fría a Amelia, todo su cuerpo se estremeció al sentir el agua por su delgado cuerpo, deseo que acabara rápido, pero no fue así, fue largo y tortuoso, ya que debía quedar muy limpia.

Después del baño la sirvienta la ayudó a vestirse, lucia perfecta con un hermoso vestido blanco que marcaba su pequeña cintura, un tocado de flores sobre su larga cabellera negra y un maquillaje ligero, para terminar adorno su cuello con un pequeño collar con un corazón de color azul.

La sirvienta hizo qué se mirará en un espejo roto que había en la esquina de la habitación, ella se veía hermosa, a pesar de no haber vivido en condiciones adecuadas Amelia se había convertido en una hermosa joven de cabello negro, con la piel blanca y pálida por la falta de los rayos del Sol ya que siempre estaba encerrada en aquel frío Palacio. Sus ojos cafés brillantes y sus labios rosados se veían hermosos y delicados.

Mientras Amelia se veía sorprendida en aquel espejo, la sirvienta le coloco el ultimo adorno faltante, un fino velo, cuando Amelia lo vio se dio cuenta de los que estaba pasando, ella iba a casarse, como nunca llego la muerte a su vida su padre quería deshacerse de ella de una manera menos cruel, con el matrimonio.

Amelia no dijo nada, sólo deseo que sea cual sea el lugar a al que la enviarían fuera un mejor lugar en el que vivir.

_ Ya está todo listo, síganme por favor, su majestad la está esperando.

Amelia camino con paso relajado por los pasillos del Palacio, todos los que la veían murmuraban a su paso preguntándose, ¿Quién sería?, y ¿de dónde había salido?

Ella tenía el cabello negro, rasgos delicados como los tenia la difunta reina, se habían quedado sorprendidos al verla, nadie recordaba que ella era la primera princesa del reino de Deira y lo más curioso es que era la viva imagen de la reina.

Al llegar a la sala del trono, ella no se inclinó, ni saludo al hombre que la veía con frialdad y desprecio sentado desde su silla, él le dijo.

_ Mi querida hija, veo que has crecido hermosamente.

Aunque las palabras de aquel rey parecían dulces a Amelia le parecieron un insulto. Su padre sonrió con malicia y le dijo.

_ Este día será enviada al reino de Baekje, debido a las constantes guerras he decidido enviar a mi hija para formar una alianza de paz.

Amelia no se quejó, ni dijo nada, simplemente se quedó de pie escuchando las palabras de su padre deseando que todo eso acabará pronto, ese vestido que llevaba era pesado e incómodo, los zapatos que ella no estaba acostumbrada a llevar le apretaban y hacían que le dolieran los pies.

_ Querida hija, espero que tengas buena vida junto a tu esposo.

El rey le hizo señas a unos guardias que vestían uniforme rojo, ellos debían ser los soldados del reino de Baekje, el rey dijo.

_ Escolten con cuidado a mi preciosa hija.

Los guardias se acercaron a Amelia y le dijeron.

_ Por favor síganos, un carruaje la está esperando.

Amelia no se despidió de su padre ni hizo una reverencia antes de marcharse, ella sólo dio media vuelta y siguió a los guardias.

Mientras veía su espalda su padre pensó.

"serás mi arma secreta, querida hija mía"

Aunque Amelia había vivido prácticamente toda su vida encerrada en esa habitación sin recibir educación, ella había aprendido a leer antes de ser encerrada, estando ahí les pedía a las sirvientas libros para leer y conocer más allá de las cuatro paredes que la aprisionaban.

Al salir del palacio sus ojos miraban con asombro todo lo que había afuera, el cielo azul y pájaros volando, arboles enormes y un sinfín de flores por doquier, por fin pudo respiran la libertad pues hacia mucho tiempo que no ponía un pie fuera del palacio, su atención fue para el carruaje color blanco con decoraciones de oro esperando en la entrada, con ayuda de un guardia subió a este para emprender un largo viaje a su nuevo hogar.

Amelia se asomó por la ventana, desde ahí miro cómo dejaban atrás el Palacio, ella pensó que sentiría algo al dejar su hogar de origen, sin embargo, no sintió nada, no hubo pesar, ni alegría, ni tristeza, ninguna emoción la embargo.

Ella cerró la cortina de la ventana del carruaje y dijo para sí misma

_ Espero que mi vida en el reino de Baekje sea mucho mejor de lo que fue en este lugar.






♥︎akiresunflower13

KING	~ [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora