Un recuerdo doloroso

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Estaba en mi habitación viendo el techo hasta que decidí levantarme, salí de allí y bajé las escaleras camino a la cocina a comer unas deliciosas fresas con crema. Abrí la nevera, saqué la crema y las fresas y me senté en la mesa a gozar de mi merienda. Mientras, marqué en mi teléfono el número del amor de mi vida, Estela, mi novia, hace 2 días no sé nada de ella; absolutamente nada, lo último que supe fue que ella iba a acompañar a su padre a un viaje de negocios por unos días(fue lo que me dijo su madre). Caí directo al buzón de voz y colgué. En ese instante mi madre entró:

-Hola, mi amor - me dijo

-Hola, mamá - respondí con la boca llena de fresas

-Anthony iré a la clínica a entregarle unas cosas a tu tía Tayde ¿Me acompañas? - me dijo mientras colocaba los platos en su lugar

- Estoy ocupado

-¿Ocupado comiendo fresas? - me preguntó. Yo asentí

-Thony, tienes que compartir más con tu familia - yo no respondí, luego ella prosiguió: -¡Te compraré más fresas!

No pensé dos veces cuando en seguida salí de la cocina y me fui a mi habitación .

Estábamos ya en la clínica el Avila, me senté a cargar mi teléfono mientras mi madre fue al cajero más cercano. Me distraje un poco en el ambiente en el que estaba, doctores y enfermeras de un lado a otro, la secretaria no sacaba sus ojos de la computadora, pero me fijé más en una señora que estaba en el suelo llorando, una enfermera intentaba ayudarla pero al parecer no ayudaba en mucho; me fijé más en la señora, se me hacía muy familiar desde el ángulo en el que yo estaba. La enfermera se fue y yo pude ver mejor... Era la madre de Estela, inmediatamente fui hacia donde estaba

-¿Señora Elena? - pregunté. Ella al verme se quedó inmóvil por unos segundos hasta que se levantó y me pegó una muy dura cachetada

-¡ERES UN MISERABLE! - me gritó, todos en la sala de espera dirigieron su atención hacia nosotros, yo quedé sin duda alguna desconcertado

-¿Qué? - es lo mucho que pude decir

-¡Tu le contagiaste el sida a mi hija! - esas a palabras se veían que le dolían en cuerpo y alma. ¿Elena está contagiada de SIDA? Imposible.

-¡Mi hijo no tiene SIDA! - se interpuso mi madre. Yo no podía procesar tan rápido. En eso, la misma enfermera se acercó a nosotros:

-Señora Elena, su hija necesita hablar con usted urgentemente, sigame- la enfermera se regresó por donde venía, yo la seguí tan rápido como ella iba, mi madre y la de Estela nos seguían también. La enfermera abrió la puerta número: 18-A y nosotros entramos.
Se me cayó el alma a los pies, mi corazón se detuvo cuando vio a Estela acostada en la camilla, pálida, con manchas y raspones por todo el cuerpo; me acerqué lentamente hacia ella, su rostro estaba hinchado, sus ojos estaban intensamente rojos, tenía ojeras y sus labios estaban resecos...

-¿Anthony? - me dijo ella con su voz ronca y áspera, su respiración era rápida, estaba asustada. Sus lágrimas corrían rápidamente por sus amarillentas mejillas y las mías no me dejaban ver con claridad, ella prosiguió: - Thony... Disculpame... Disculpame - su voz quebró a la segunda disculpa

Yo no respondí.

-Tengo que... Confesarte que todos estos años te he estado engañando - me dijo con dificultad - Nunca te fui sincera. Cometí un error y ahora pago las consecuencias - cada una de esas palabras me caían como patadas en el estómago ¿Por qué? ¿Por qué a la chica que yo tanto amaba me pudo hacer eso?

-Estela yo... - no pude continuar

-¡Eres un gran chico! Siempre lo supe pero no lo valore - ella mantenía su sonrisa aunque se estaba muriendo por dentro - ¡Disculpame! Por favor Disculpame
Me quedé en silencio por unos segundos, podía oír los llantos de su madre, cuando por fin uní fuerzas y responder ya era demasiado tarde, Estela cerró los ojos y el aparato que indicaba los latidos de su corazón se detuvo en un sonido fijo... ¡Había muerto!. La madre de Estela pegó un grito y me empujó para que me quitara y ella pudiera abrazar a su hija, un doctor y dos enfermeras entraron inmediatamente a la habitación, mi madre me agarró por el brazo:

-¡Vámonos, Thony! - me dijo, pero yo la ignoré, no le apartaba mis ojos de Estela, mi madre siguió hasta que me sacó de la habitación. ¡Dios Mio! Mi novia, mi Estela, el amor de mi vida nunca me fue fiel y me lo confesó a los tres minutos antes de morir contagiada de SIDA ¿Ahora qué?...

Desde ese día no volví a ser el mismo....

A travez de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora