all the good songs were about you [PAUSADA]

When will I begin to feel like me again?

Así fue cómo ella apareció de la nada. Y miren que fue muy difícil, y la verdad que hasta ahora no sé si fui yo quien se entrometió en sus asuntos o fue ella quien lo hizo primero. Porque soy como Adele, me cuesta... rodearme de gente. Ahora mismo no sé cómo es que estoy atorado aquí, pero supongo que es porque ustedes son mi familia. Ella... también me enseñó el verdadero significado de familia. Lo siguiente que sé es que pasaron años después de haberla conocido en ese bar de mala muerte en donde trabajaba; no sabía nada de ella, no sabía si estaba viviendo en la ciudad porque recuerdo haberla escuchado maldecir el clima de la ciudad, la gente de la ciudad, la ciudad en sí mientras se alejaba de nuestra mesa toda mojada por la lluvia. Luego de un largo tiempo desde aquello, me suena el celular con un número desconocido y recuerdo que dudé en contestar, pero algo me decía que lo hiciera, entonces lo hice. No reconocía su voz desde el otro lado del móvil, pero su tono tembloroso, lloroso, preguntando por mí, preguntando si estaba disponible en ese preciso momento cuando lo único que se robaba mi atención era el sonido de la campana de la ambulancia. Me hizo recapacitar que quien sea que esté llamando a altas horas de la noche era por una emergencia y aquello solo podía involucrar a las dos personas más importantes de mi vida... Pero antes, quise repasar los buenos tiempos. Los tiempos que pasé con mi madre y reparé en que algo extraño estaba pasándole. Algo que nunca había visto en ella. Me hubiese gustado ver lo otro, lo que ocultaba a diario como un secreto sucio que solo debía encargarse por sí sola, ya que no había nadie que pudiera hacer algo por ayudarla. No, no fue la cara de la moneda que chocaba y se asfixiaba en el piso por su propio peso. Fue la otra cara que sonriente se mostraba al mundo como ganadora y poco a poco iba enamorándose de lo que veía.

El punto es que no sabía que ella se convirtió en su mejor amiga y fue ella quien estuvo en los difíciles momentos porque sin querer descubrió la verdad antes que ninguno.

Parte cuatro:

Agatsu

...

Chris se acomoda en su puesto, separa las piernas levemente, relaja los hombros y estira el cuello para sentir por completo el suave respaldar. Cierra sus ojos. Sus recuerdos son un tanto confusos debido a los meses que creyó jamás revivir la misma epifanía. Respira hondo como si nunca se cansase del mismo olor, del mismo perfume caro. ¿Pino? ¿Eucalipto? Quizá, pero sabe que es una planta aromática. Las precipitaciones ya no eran ensordecedoras como hace un momento o como esa otra noche que las detuvo a parquear en alguna vereda lejana. Escucha el líquido golpearse entre sí con las paredes de la botella a causa de los huecos que el carro no esquivaba. No se escucha nada más. No se escucha su voz ni sus reclamos acerca de algo. Solo un respirar. Y Chris piensa que aquel sonido nítido puede ser su forma favorita de recuperar el sueño y acallar las voces de su cabeza cuando el silencio la abruma de golpe.

Vuelve a estar aquí. De la noche a la mañana la rubia deja de ser un sueño y se convierte en realidad. Y ahora que la tiene de frente, su cerebro le ofrece las imágenes que había investigado de una Adele de diecinueve años. Definitivamente ya no hay rastro físico de la chiquilla, y únicamente quedaron por dentro impregnadas con aguja e hilo las lecciones que la vida le forzó a aprender. Buenas y malas. Se les ven en esas líneas que se tatúan en las comisuras de sus ojos, diciéndole que la de diecinueve está muerta y otra de veintiuno la ha reemplazado. Y luego la de veintiuno le cuenta la misma historia a la de treinta y la de treinta, cansada de seguir con el peso, se lo deja a la mujer de ahora y esta mujer, libre y sin ataduras, suelta la maleta en el camino, a sabiendas de que ya no necesita recursos de sus antepasadas que la amarguen ni situaciones antañas que la detengan de su propósito.