Eustaquio llega a su humilde chocita, y se dirige a la ducha, ya que la purpurina le hacía resplandecer más de la cuenta, pero, ni el jabón conseguía quitarle el resplandor en determinadas partes de su cuerpo, Eustaquio estaba muy asustado, y pasó toda la tarde intentando retirar esta purpurina, bebió tanta agua por el estrés que enseguida tuvo que ir al lavabo, cuál fue su sorpresa al ver que en lugar de meado de allí salió un increíble rayo láser que rompió el váter en dos mitades, más asustado que antes, Eustaquio pensó que era muy probable que si su meado era láser su cum también, por lo tanto decidió huir de Rasta, para no dañar a su amada diosa Hermenegilda.
Hizo las maletas y corrió hacia el amanecer dejando solo una carta que decía:
"Oh mi amada Hermenegilda, cuánto lamento decir que por alguna razón ya jamás volveré a verte ni a ti ni a tu brillante chocho, pues algo terrible sucedió conmigo, algo que jamás creería posible si no lo hubiera visto con mis propios ojos.
Mi gran pene ha dejado de ser el que tu conociste ayer en aquel matorral, lamento decirte que practicar el coito contigo podría matarte y yo no quiero hacerle daño, es usted lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo y no me perdonaría destrozarte el chichi o la lengua. Sí, así es, mi polla suelta rayos láser. No sé cómo sucedió, pero no creo que sea seguro que me quede en Rastita de mi alma y corazón, siento decirte esto, tú mereces a alguien que no pueda desintegrarte mientras practicais el coito sagrado, siento mucho decepcionarla, mi muy deseada y querida diosa Hermenegilda,
Un beso apasionado,
Eustaquio."
Hermenegilda al leer esto sintió que su mundo se le caía encima en pedazos, sus ojos estaban abiertos como platos, había sido el mejor polvo de su vida, y no podía permitirse perder a ese increíble pollón. No podía dejar las cosas así, ella sabía cómo curarlo, ya que sufrió de pezones láser el verano pasado, así que echó al vuelo con sus alas de golondrina en busca de su amante bandido, corazón, corazón, mal herido.
Ella sabía perfectamente cómo encontrarlo, ya que en su noche de amor y pasión del día anterior, Hermenegilda le incrustó sin este darse cuenta un chip rastreador en su conducto rectal que le permitiría saber dónde estaba Eustaquio en cualquier momento. Este se encontraba en la frontera junto Andorra, pueblo de adinerados y mafiosos, y Hermenegilda en menos de lo que se dice marihuana ya había llegado al lugar donde se hallaba el amor de su vida.
Ahí estaba, solo, con el pene envuelto en papel de plata para que los rayos láser no causaran el fin del mundo, deprimido, hundido en su soledad, sin esperanza ni ganas de seguir viviendo si no era con su diosa culona.
-Por fin te encuentro Eustaquio, ¿quién te crees que eres para darme semejantes sustos?
*Se abrazan como si el mundo se fuera a acabar*
-Te he echado de menos, mi niña.
-No vuelvas a irte, no soportaría una vida que no es contigo.
*Se besan desconsoladamente* *Hermenegilda se pone en acción e intenta bajarle el pantalón*
-¡NO! ¿QUÉ HACES? ¡PUEDO LASTIMARTE!
-Ya verás como no. *Hermenegilda procede a decir las palabras mágicas*
"Pene pene pene gran pene vuelve a tu estado natural no desintegres ningún váter más pene gran pene pene pene."
-¡Madre mía, me has salvado! Hermenegilda
-Yo el verano pasado sufrí la misma tragedia que tú en los pezones, y el brujo del lugar del cual vengo me chivo este conjuro, es milagroso.
-Menos mal que viniste, ¿nos venimos?
-Vale.
Todos sabemos lo que pasó después, no más intimidades ;)
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Bajo el sol de Rasta
Lãng mạnEn el pequeño pueblo de Rasta Eustaquio disfrutaba de un buen botellón como cada fin de semana, lo que no esperaba, es que iba a conocer al gran a mor de su vida, la diosa Hermenegilda, con la cual una muy radioactivas y brillosas aventuras que cali...