II

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"El que sólo sabe medicina, ni medicina sabe."

Eran las cuatro de la tarde, varios cirujanos y aspirantes a cirujanos se encontraban en la cafetería del Hospital Grey Sloan Memorial.

En una de las cuantas mesas circulares se encontraba Meredith Grey junto a sus amigos que también son sus colegas de trabajo.

–Y... ¿Cómo te fue con la nueva residente? —cuestiona una rubia mientras tomaba un batido.

Meredith no contestaba se encontraba observando a la residente que estaba comiendo sola en otra mesa más alejada.

–Mer —habla ahora una pelirroja tratando de llamar la atención de su amiga devuelta.

–Mer! —Amelia eleva su voz.

–¿Qué pasa? ¿por qué gritan? —cuestiona un poco irritada la nombrada.

–Arizona y April te han hablado y tu ni caso alguno.

–Perdón... —se disculpa volviendo a tener su atención donde sus amigos.

–Bueno, como decía ¿Cómo te fue con la nueva residente? —repite Arizona, la otra rubia sentada en la mesa.

—Meredith solo se digno a bufar— Además de irrespetuosa, no sabe nada de la operación que hicimos hace unos minutos, y ni hablar de lo habladora que es, habla hasta por los codos.

–Como así, cuenta el chisme —verbaliza Amelia.

Mientras tanto por el lado de Hanna. Ella se encontraba tranquila comiendo una hamburguesa de la cafetería. Estaba tan concentrada en comer aquella delicia que no se dio cuenta de que alguien —con bandeja en mano— se sentó a su lado.

–Hola —habla la persona.

–Hola desconocida —sonrie Avery.

–Me llamo Jo, ¿Cómo te llamas? —cuestiona la castaña— Eres nueva aquí, ¿no es así?

–¿Cómo llegaste a esa conclusión?

–Además de que estás sola, nunca te había visto por aquí.

–He trabajado aquí por más de tres años. Es más, soy tu superior. —Avery trata de hacerse la graciosa.

–¡¿Es enserio?! —verbaliza alarmada la contraria— ¡Perdone doctora, yo no quise...! —fue interrumpida por la risa de la de tez más oscura.

–Perdón —suelta a las justas pues está seguía riendo.

–Ahora creo que no eres mi jefa —agrega sonriendo.

–No, ni que estuviera tan vieja como las momias de por allá —señala a unos cirujanos que tenían ya varios años trabajando— me llamo Hanna —extiende su mano.

–Bueno Hanna, ¿sabes qué ellos son nuestros jefes, no? —disputa con duda mientras correspondía el saludo.

–Si lo sé —rie.

–Me agradas.

–Lo mismo digo.

–¿En que servicio estas? —cuestionó la más baja, Jo.

–En el de Grey, ¿y tú?

–En el de Avery.

–Suerte con él, es un pesado.

–¿Lo conoces?

–De toda la vida. —dice y Jo mantenía una expresión de duda— Es mi hermano.

–¡Oh! ya entendí por qué te parece pesado. Aunque no niego que no lo sea, la primera semana que estuve con él en mi primer día de interna, cuando él era residente, me mandó por su ropa a la lavandería.

Deja que te ame, Grey ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora