II

8 4 3
                                    

No puedo creerlo, me ausenté meses del colegio y no estoy tan atrasada como creí, solo por un par de detalles, tal parece que los profesores del psiquiátrico no son tan malos como yo creía, los llegué a considerar ineptos en su trabajo pero creo que me equivoqué... Otra vez.

Terminada la primera ronda de clases, espero tres minutos hasta que todos hayan despejado el área para poder pasar sin ser reconocida, camino los largos pasillos del colegio con la mirada clavada en el suelo, la levanto un poco y me alivio de que mi plan haya funcionado, no hay nadie en los pasillos, absoutamente nadie, camino durante un minuto y 12 segundos, suspiro aliviada de no ser vista hasta que...

Oh.

No lo consideré.

"Claro que no lo consideraste, nada te sale bien a la primera, tonta."

En efecto, no hay nadie en los pasillos por que todos yacen en la cafetería, mirándome entrar acompañados de un gran silencio entorpecedor, sé que es raro, pero puedo escuchar inclusive sus respiraciones. Gracias al silencio, también soy consciente de los murmullos sobre mi:

"No sabía que habían dejado salir a la loca."

Risas.

"Alguien esconda los tenedores y cuchillos por favor."

Risas.

"Leí en internet que puede ser contagioso."

Y más risas.

Bajo mi cabeza mientras acerco a la barra de la cafetería para tomar mi desayuno, el hombre de la barra me da un plato de plástico amarillo con bordes redondeados y un tenedor de bebé.

-El director nos pidió que está estrictamente prohibido hacerte uso de utensilios comunes, por seguridad tuya, obviamente.-

-¿Seguridad mía o por qué me tienen miedo?- Digo en un susurro.

Tomo mi bandeja sintiéndome humillada y levantó un poco la vista hacía mis compañeros, algunas girando la mirada obviamente nerviosos mientras que otros la mantienen sobre mi llenas de terror y asco, avanzo dos pasos en dirección a las mesas y escucho un quejido de asco de algunos, detengo mi paso, miro el reloj en la pared de la cafetería, marca las 11: 24. Me siento como una tonta, giro sobre mis pies para salir por la puerta de la cafetería.

Esto era lo que temía, no debí venir, ¿cómo me creí capaz de volver? Me digo una y otra vez mientras camino hacia un gran roble al final del colegio, cerca de las canchas de fútbol está el roble, ese roble, intacto, tal cual lo dejé, parece nunca ser víctima de los años, me siento en el césped de tal manera que el roble me hace justicia para desaparecer del campo visual de quien sea, mi vista está hacia la nada cuando el sonido de mi celular me hace salir pensamientos. Una etiqueta en una foto de Facebook, es raro, nadie se toma fotos conmigo.

"Esta es la cara de una loca".

Y después de eso, una foto mía de hace unos momentos en la cafetería.

"TE VES ESPANTOSA, JAJAJAJA."

Sin saber qué hacer, hago lo mejor que sé... Llorar.

1, 2, 3, 4, 5... 5, 6...
No debí venir, estoy segura, ni siquiera debí haber salido de mi cuarto.
7, 8, 9...

Quiero irme, no quiero estar aquí.
Quiero huir, quiero...

-Auch.-

Mi cabeza es víctima de un fuerte impacto en mi hemisferio izquierdo, giro con lágrimas aún en mis ojos para encarar el objeto agresor y encuentro un balón de fútbol justo al lado mío, lo tomo y escucho pisadas acercarse a mí, aun temblorosa levanto un poco mi mirada y centro atención en unos tacos de futbol rojos con gris trotar hacia mi, poco a poco subo mi mirada, calcetas blancas, piernas blancas y un poco tonificadas, un vendaje sobre la rodilla derecha, uniforme rojo con gris a conjunto con sus tacos, del cuello de su playera se asoma un lunar sobre la piel de su cuello, labios finos, nariz respingada, ojos, de un color café claro y en el centro un toque de gris, su cabello de un tono café más oscuro que sus ojos, me mira con una sonrisa, después de tanto observarlo, no me percaté que se encontraba a escasos metros de mi.

-Hola, lo siento por el golpe, Ricardo es un tonto haciendo pases.- Se disculpa el desconocido a lo que me limito a asentir con la cabeza aún perdida en su piel. -De verdad lo lamento, ¿te hicimos algún dañ? ¡¿Estás llorando?!-

Su grito tan repentino me hizo salir de mi transe.

-Mierda ¡RICARDO, LA HAZ LASTIMADO, VEN AQUÍ!... ¿Quieres que te llevemos a la enfermería? Creo que tienes una contusión.-

"No es ninguna contusión, está idiotizada."

-De verdad lo siento, no quise lasti ¡AHHH LA LOCA!- Grita el que parece ser Ricardo y es suficiente para hacerme regresar a mi realidad.

-¿La qué? ¿Cómo la llamaste?-

-Amigo, aléjate, está loca... L O C A.- Dice el tal Ricardo haciendo claro énfasis en la palabra loca mientras toma del brazo a su amigo para arrastrarlo hacia él, yo me limito a encogerme aún más en mi asiento sin despegar la vista de aquel chico.

-¿Cómo puedes llamar a una mujer así?- Lo reprende molesto.

-Emilio, tú no sabes la historia de ella, está loca, ni siquiera debió regresar a este colegio.-

-¿Qué ocurre aquí?- Escucho mientras se acerca un tercer y por su voz, sé de quién se trata... Esa voz... Darío.

-Darío, Ricardo es un irrespetuoso que llamó loca a esta chica después de golpearla en la cabeza.- Comenta el primer chico el cual recuerdo, su nombre es Emilio.

-Y no lo juzgo, está loca, tal vez con el golpe le ayude con sus ideas.-

-¿Qué? ¿Cómo pueden hablar así de ella?, es una falta de respeto, le diré al...-

-A ver, Córdoba,- Lo interrumpe. -Que no se te olvidé que tú entraste POR PRUEBA, así que más te vale no poner en juego tú lugar y menos por esta loca, yo les recomiendo que si ninguno quiere arriesgar su lugar en el equipo, se larguen a la cancha en este mismo instante.-

Veo a Emilio acercarse a mí y tomar el balón que seguía en mis manos, no había percatado de que estaba ahí.

-Lo siento.- Dice susurrando, me dedica una sonrisa apenada y se va, lo veo alejarse junto con Ricardo mientras Darío sigue frente a mí.

-Ay loquita, loquita, te dejaron libre, eh ¿en el psiquiátrico no tenían buena comida?-

-No... Te tengo miedo.- El miedo es evidente en mi voz que más que negarlo, lo estoy afirmando. Él se acerca y arrodilla ante mi, en este momento parece que desconoce el significado de Espacio Personal. Su semblante se vuelve frio y veo su pecho subir y bajar rápidamente, viendo a través de sus ojos, no hay mas que odio, nada queda ya.

-No necesito que me tengas miedo ahora porque pronto lo tendrás, ambos sabemos la realidad de todo y escúchame bien, loca desquiciada... Te voy a hacer pagar por lo que me hiciste, rogar será poco lo que harás, rogarás por todo, desearás que te hubieran llevado con ellos ...- Sonríe y en sus ojos azules puedo ver claramente que lo dice en serio. - Adiós loquita.-

Se va y me deja ahí temblando.

Tranquila, respira.

1, 2, 3, 4...
1, 2, 3, 4, 5...

No puedo contar, no puedo concentrarme, veo el reloj de mi muñeca y faltan exactamente 54 segundos para mi siguiente clase pero decido perderla, tomo mis cosas y camino hacia los baños, pienso sobre ellos, mis papás, el psiquiátrico, mis abuelos, Jimmy y Sammy, el cuadro y a hasta a mí llegan esos ojos cafés grisáceos, esa sonrisa, Emilio, no sé quien eres pero gracias, gracias por haber aparecido.

El Tiempo Lo Cura Todo... Según...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora