Hay personas que se supone que no deben tener mascotas, no se dan cuenta de lo que significa y el compromiso que representa.
*Empieza a narrar desde la perspectiva de Maya*
Hay algo extraño y una sensación antigua que sentí hace muchas vidas.
Tengo patas blancas, y mi cuerpo tiene manchas cafés.
¡Dios mío, soy un Shih Tzu de nuevo!
Allí estaba yo con algunos de mis hermanos jugando cuando una familia se acercó a la jaula.
Estaban mamá, papá y dos niños pequeños riéndose, el padre les preguntó a los niños- ¿Cuál quieren? -Los chicos empezaron a saltar de alegría y me levantaron- ¡Éste papá, éste! -El padre volteó y les dijo- Esta perrito va a ser responsabilidad de ustedes, lo van a alimentar, acariciar y sacar a pasear todos los días de ahora en adelante -Los chicos solo dijeron- Si papi, si-. Así que ahí es donde comenzó este viaje.
Nos fuimos a casa, todo era hermoso y genial porque yo era solo un cachorro muy hermoso.
De vez en cuando, los niños también se acordaban de alimentarme, limpiando mis heces, la mamá era generalmente la que lo hacía.
Como era de esperar comencé a crecer aunque no fue mucho, los niños dejaron de jugar conmigo y la madre comenzaba a cansarse de limpiarme y alimentarme.
No había día en el que la señora le reclamaba a su esposo de haberme comprado.
Empezaban a tener muchos problemas, así que un día papá me llevó a dar un paseo.
Se sentía extraño, solo había silencio.
Cuando llegamos al parque me ató a una banca, se puso de rodillas y me dijo- Lo siento pequeño, no es tu culpa pero ya no puedo tenerte en mi casa- no entendí por qué pero él solo se levantó, se dio la vuelta y comenzó a alejarse de mí-.
Pasaron dos días, tenía mucha hambre y estaba muy molesto, así que comencé a tirar muy fuerte de mi correa, hasta que se rompió y me liberó.
Empecé a caminar sin rumbo, solo buscaba algo para comer.
Caminé durante mucho tiempo.
Había algo extraño, se sentía como si ya hubiera estado aquí...
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