— ¿Samantha? — el chico de pelo rojizo se acercó a su prometida con la mirada desconcertada. — ¿Q-que haces aquí?
— Solo quiero ayudar —. susurro sutilmente.
Ella lo sabía, había desobedecido su orden de quedarse en casa con Jason, el pequeño bebé de la pareja, pero eso no la impedía que viniera a ayudar.
Hogwarts estaba en peligro y necesitaba gente, no iba a dejar que su segundo hogar fuese destruido frente a sus ojos.
— ¿¡ Dejaste a Jason solo!?
— No, tranquilízate Fred—, se acercó tomando su rostro entre sus manos— está con mi madre...
— Esto es un locura... ¡Merlin!— dijo mirando los ojos miel de Sam, siempre fueron sus favoritos. — Solo... por favor, no te separes de mí.
La joven pareja empezó a avanzar a paso lento detrás del resto de los miembros de la orden con la varita en alto.
Una tras otra explosión se escuchaba en el ambiente, junto a gritos de parte de los dos bandos.
El puente de Hogwarts había caído.
Algunos estudiantes corrían a refugiarse mientras otros trataban de defenderse como podían.
— Sam —, Remus fue el primero en hablar.— se que estás estudiando para medimaga, te necesito en el Gran Comedor, ¿entendiste?
Estaba dicho, la joven se dirigía a su destino pero en medio camino una mano en su brazo detiene su paso, asustada voltea rápidamente con la varita preparada para lanzar un hechizo pero pega en el pecho de Fred.
— Sami, prométeme que te cuidarás—, Los ojos del pelirrojo se encontraban preocupados y húmedos. — prométeme que si pasa algo hoy, saldrás adelante con Jason, que conseguirás tu título de medimaga y salvarás todas las vidas que puedas...
— Fred, amor, ¿que sucede? — La castaña acarició con ternura la mejilla de su novio.
— Prometémelo Samantha —, su voz empezaba a quebrarse. — ahora.
— Está bien, lo prometo... Pero ¿por qué me dices esto?
— Tengo miedo, ¿bien? No quiero perderte, no quiero que nada malo te suceda—. La primera lágrima cayó.
— Claro que no, cielo. Saldremos juntos de esto, como siempre lo hemos hecho — Las manos nerviosas de la chica se movían con delicadeza limpiando sus lágrimas — Veremos juntos a Jason crecer junto a sus hermanos, los llevaremos a su primer año Hogwarts y después disfrutaremos ver a nuestros nietos—, dijo soltando una pequeña risa— moriremos juntos, siendo ya viejitos, después de haber vivido una grandiosa vida.
Fred sonrió amargamente — Tienes razón. Nos vemos luego, ¿cierto? — Pregunto dejando un casto beso en sus labios y alejándose en dirección a la torre de astronomía, giro por última vez antes de doblar por el pasillo para mirar a su chica sonreír y despediendose con la mano.
(...)
La oji-miel se encontraba con una pequeña capa de sudor en su cara, las personas entraban y salian del Gran Comedor muy seguido, a veces con cuerpos o simplemente solos, estaba siendo un día agotador.
Las explosiones no habían sedado desde hace ya un largo tiempo, sin contar las grandes sacudidas que se llevaba consigo. Tampoco tenía alguna información de ningún miembro de la orden y eso la preocupaba más, ella hacia lo que podía allí adentro.
— ¡Señorita! ¡Señorita, por favor ayúdeme!— un niño de segundo año se acercaba corriendo a su lado, su cara estaba pálida y las lágrimas no dejaban de caer. — Mi hermano, señorita. Él está muy mal.