Evelyn Lynch había sido vecina de Harry desde un principio, ella era la que a veces intentaba defenderlo del brabucon de su primo.
Su relación de amistad comenzó antes de que el chico de ojos verdes recibiera su carta de Hogwarts.
Sus tíos, Vernon y Petunia, habían intentado dejar a Harry con la señora Figg pero por cuestiones raras la familia Dursley terminaron golpeando la puerta de la joven castaña.
— Mark, ¿ Cómo estas? — el señor Dursley se encontraba nervioso, la buena impresión era lo mas importante—, queríamos pedirte un favor.
— Es un gusto verlos nuevamente— Mark Lynch mostraba una encantadora sonrisa —, ¿En que puedo ayudarles?
— Veras... — Petunia se encontraba nerviosa frente a su presencia — , se trata de nuestro sobrino Harry...
— No tenemos con quien dejarlo, la señora Figg se encuentra ocupada y dejarlo solo no es una opción. Es travieso pero...
— No te preocupes Vernon, además, mi hija necesita un amigo con quien jugar. Ya sabes, me preocupa que se pase todo el día encerrada en su cuarto leyendo libros, tráiganlo.
Los Dursley se alejaron de la casa dispuesto a llevar a Harry a la casa de su vecino, puesto que no era un opción bastante agradable llevarlo a la reunión que tenía Vernon para hablar sobre la empresa.
— Harry, pórtate bien. No quiero quejas de que has hecho cosas raritas ni nada por el estilo— dijo su tía mientras golpeaba la puerta por segunda vez en el día.
— ¿Tú eres Harry? — la pequeña castaña se encontraba sentada en la escalera mirándolo fijamente.
— S-si, eres Evelyn, ¿cierto?
— Así es — dijo sonriendo, en su sonrisa se podía ver la falta de un diente, supuso que era mas chica que él —, ¿Te gusta leer?
— En casa de mis tíos no tengo mucho que leer pero...
— ¡Ven conmigo!— Harry no pudo terminar de hablar, Evelyn lo llevo del brazo hasta su habitación rosada para poder mostrarle toda su colección de libros.
La risa de Mark y su esposa se escucho de lejos .
¿Quien diría que Harry Potter se haría amigo de la castaña obsesionada con los libros?
Los meses pasaban y ellos se veían cada semana sin falta en la plaza de su vecindario, Harry estaba a punto de cumplir 11 años mientras que Evelyn recién cumplía sus 10 años.
— ¡Harry! — la niña de dos trenzas a cada lado corría a encontrarse con amigo.
— Hola Eve...
— ¡Mira esto! — de su mochila saco un libro nuevo, de varias páginas, sin poder leer el nombre porque no paraba de saltar.
— Vaya Dudley, nunca pensé que tu primo se juntara con la come-libros del vecindario.
— Cállate Piers — dijo el oji-verde dirigiéndose al flacucho de la pandilla, al ver como Evelyn deja de saltar.
— ¿O sino que? — el amigo de Dudley se coloco frente a Harry mirándolo fijamente, de esa manera podía verse como la diferencia de altura era algo notable.
Harry mantenía su ceño fruncido y los puños cerrados mientras que Piers intentaba respirar fuerte para intimidarlo, pero no lo hizo.
Un silencio se produjo, las palabras de Evelyn se quedaron estancadas en su boca, se encontraba realmente nerviosa. De repente, el farol que se encontraba sobre ellos alumbrando, aún con la luz del día, exploto, provocando gritos por partes de todos. Los botes de basura se cayeron por si solos como con un gran empujón .