vi, búsqueda

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Lo siento, hay muchos diálogos en este capítulo...

* * *

Girando unos centímetros hacia la izquierda, aferrándose como cada noche a John, Sherlock se cayó del sofá. El doctor justo sobre él, el celular en la mesita para café siguió sonando. El detective gimió sin aire en los pulmones, el peso de John parecía haberle golpeado en un único punto en el pecho y el celular en la mesita de café siguió sonando. Sus esponjados rizos negros no sirvieron en absoluto para frenar un poco el golpe contra el suelo, si bien estaba aliviado de que su amante resultara intacto aún le pareció injusto, sabiendo que él se empujaba a sus brazos buscando inconscientemente calor y seguridad con Sherlock sosteniéndolo por instinto. El celular en la mesita para café siguió sonando. Irritante.

—Maldita sea, Sherlock, si querías que cayera sobre ti solo tenías que pedirlo. —Contra su dolor, las palabras de John disminuyeron su disgusto. Tanteando el posible huevo de ganso que crecería en su cabeza guardó esa información y resopló una risa. Al constante pitido de su celular le importó un bledo—. Contesta esa cosa o te juro que lo arrojaré por la ventana. —A un paso de permitírselo, el detective respondió.

—Gary. —John se alejó de él con una sonrisa, negando despacio lo ayudó a levantarse, rodeándolo para revisar su nuca.

—No molestes a Lestrade tan temprano. —Besó suavemente los oscuros rizos, caminó de nuevo hacia el frente de Sherlock y le dio un segundo besó en el esternón. El detective lo abrazó por la cintura y le robó un tercero en los labios.

—Escúchalo, es un mal momento para eso —gruñó el inspector. Enfurruñado, Sherlock se dejó arrastrar de la mano de John hacia la cocina.

—¿Por qué? ¿Mycroft pasó un día más sin pedirte una cita? —Con un golpecito en el brazo el doctor lo reprendió. Su rubio ceño fruncido inmediatamente al despertar siempre se le antojaba adorable.

—Demasiado bajo, discúlpate. —Igualando el ceño Sherlock gruñó, él no iba a... ojos verdes se entrecerraron.

—Lo siento, semana estresante. ¿Feliz? —dijo entre dientes apretados, la sonrisa y el pequeño beso de John en la mejilla le ofrecieron consuelo. Asintiendo su aprobación, su amante comenzó a hacerles el desayuno.

—No lo hagas enojar, Greg no es lindo si está enojado. En simples dos segundos un silencio bajo cero se extendió por toda la pequeña cocina, un estremecimiento paralizó al doctor enfrente del lavabo. Lestrade decía al oído sordo de Sherlock que si bien no escuchó eso seguro debería hacer caso, cortó la llamada sin agregar nada importante... quizá.

—¿Eres consciente de lo que acabas de decir?

—Sí, y estoy realmente avergonzado por decirte la verdad. —Le fue imposible verlo, aún el detective supo que el movimiento en los brazos del doctor terminó con sus manos cubriéndole la boca.

Sherlock movió la mandíbula, sus labios pegados en una firme línea. Colocó su celular en la mesa con excesivo cuidado, respiró hondo y para ocultar el temblor de sus manos las colocó sobre los muslos. Bien, se dijo, así que en eso consistía, ahí el tema de aquellas veinticuatro horas. Bien, agradecía que el cuerpo compacto de su blogger no sufriera algún indeseable cambio. Bien, John, SU John, iba a decir la verdad. ¿Bien? Bien. Perfecto.

No es que estuviera celoso de Lestrade o de cada maldito ser humano que se atreviera a tocar, hablar o siquiera estar en la presencia de SU John. No es que guardara la irracional emoción en un lugar donde la encerraría toda su vida, porque John, SU John la conocía. No es que actuara irresponsable sobre eso, jamás emociones de ese calibre o cual sea que guardara la menor posibilidad de limitar la felicidad de John, SU John, le provocarían hacer algo así de imprudente. Y no lo haría, jamás lo habría hecho sin hablarlo primero. Porque John, SU John, entendía a la perfección lo afortunado que se sentía Sherlock al haber sido elegido por encima de los demás y las dificultades que lo atacaban al soportar verlo en contacto con alguien distinto a él. Y luego llegaron las palabras de John.

XerostomíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora