¡Este es el último capítulo! :D
Y como tengo muy pocas fuerzas, aprovecharé que dejé algunas notas sobre esto mientras escribía para no dejar mi sección de notas tan vacía.
Este capítulo es el más largo que he escrito o que seguramente vaya a escribir alguna vez, tenía un montón de cosas qué resolver y todo se acumuló. Son poquito más de 10K de palabras :D, y a pesar de que estoy muy orgullosa de eso, creo todavía que debí haberlo dividido en dos, ya que no lo hice espero que te sirvan los saltos y cambios de escena por si quieres pausar la lectura :3
Oh, la advertencia del smut finalmente se activa jajaa, lamento un poco haberlo dejado tantas veces pero aquí esta uwu, con todo mi amor para ti. Recuerda comentar y decirme si mi Sherlock te gusta :D, estaré feliz de leerte.
Ahora si, continúa, ¡recuerda que es el último capítulo! ;3
* * *
En cuestiones físicas Sherlock tuvo un crecimiento promedio. Si bien su cerebro se adelantaba en muchos aspectos su cuerpo siempre siguió el estándar según su edad; gateó siendo un bebé, corrió siendo un niño... y se masturbó a la menor oportunidad siendo un adolescente. Su venerado padre, el primer hombre que aprendió casi en orden alfabético cada uno de sus gestos, se encargó de darle "la charla" al descubrir un nuevo conjunto de estos. Lejos de que Sherlock peleó contra su curiosidad la vergüenza de hablar sobre anhelos en los que no le apetecía en absoluto colocar el rostro de papá, comprendió que aquel apetito lo acompañaría el resto de su vida.
Las tentativas de desarrollar el síndrome del túnel carpiano nunca le trajeron sensación alguna de culpa. Como humano, entendió Sherlock muy pronto, el sexo comprendía una de tantas necesidades básicas cuya satisfacción se precisaba para gozar de la plenitud más elemental. Antes de John, a pesar de las tentativas de Victor y los dos novios que le siguieron o la fatídica irregularidad gracias a las drogas, el detective en absoluto pensó compartir algo que lo volvía tan vulnerable —física o mentalmente hablando— con nadie. La revolución incitada por John dentro del detective desde el primer día causó estragos en una variedad incontable de sentidos, su instinto sexual uno de ellos. Si bien al inicio se trataba en su mayoría de emociones confusas e insoportables dada la aparente facilidad del doctor para provocar a Sherlock, ninguna confusión por tan repentinos sentimientos retuvo o menguó el afán de estar con él en esa clase de situaciones.
Admitir que no podía seguir imaginándose a John conforme hacía bajar y subir su mano porque algo faltaba, lo irritó. Sus fantasías sobre John lo golpeaban en oleadas, el que ninguna de ellas resultara suficiente lo terminó, no en la dirección correcta de la palabra. Ofreció, pues, al mes de iniciada su relación romántica, la posibilidad de tener sexo pronto: la sopa que salió de la boca de su novio directo a su camisa blanca recién planchada funcionó como una declaración concisa, la siguiente aclaración arrojada del doctor pensándolo asexual estuvo lejos de ser mejor. Sherlock, lógicamente, explicó concienzudo mientras se quitaba la camisa que, de hecho, tenía intensos y profundos deseos sexuales muy específicos por John.
Se marcó en la historia como la primera vez en que la imaginación de Sherlock erró desastrosamente en sus conclusiones. La voz, los gestos, los movimientos, la temperatura, el aroma, la estrechez del trasero de John superaron cien veces cualquier inocua vulgaridad que el detective, en su inocencia, se imaginó. A partir de ese momento, su vida sexual —en específico hacer explotar la de su amante— no volvió a ser la misma. Saber cuánto placer podía obtener en deshacer a John, hacerlo rogar, gritar y llorar, consistió en uno de los primeros hallazgos.
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Xerostomía
FanfictionEl valor no es solo tener miedo y aun así lanzarse al peligro, el valor también es tragar en seco y plantarse con la frente en alto a las emociones que luchan por salir. *Capítulo 7/7. *Sherlock BBC. *No menores de 17 años. *Relación establecida. *S...