𝔏𝔞 ℭ𝔞𝔯𝔯𝔢𝔯𝔞

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Vieron cuando no tienen ni la más pálida idea de que podrían decirles, pero sospechan que no es nada bueno.

Pues yo estaba precisamente así en este momento, no me esperaba en absoluto lo que Andrew me diría.

- Hay un nuevo rey, ratón.

- ¿Qué? - pregunte con el ceño fruncido. - ¿Quién demonios es, Andrew?

Él me quedó mirando sin decir una sola palabra.

- ¡Te pregunté qué quién demonios es, Andrew! -

Dije alzando la voz, ya molesta de que no me respondiera nada a la primera.

- No lo sé, ratón. - Dijo mirándome a los ojos. - Nadie conoce su identidad, nunca nadie lo ha visto. Ni siquiera se sabe su nombre, lo único que sabemos es que corre como una bestia y la gente lo apodó como "El rey", unos meses después de que te fuiste.

- ¿Y nunca se les ocurrió la grandiosa idea de investigarlo o que? - Pregunte con sarcasmo.

- Intente investigarlo, pero no hay nada, es como si no existiera. - Dijo él. - Los que intentaron seguirlo terminaron muertos, nadie sabe nada de él, pero de lo que si todo el mundo está seguro es que es peligroso. Algunos sospechan que es narco, mafioso y no sé qué carajos más.

Lo quede mirando por unos minutos procesando todo lo que me acaba de decir.

Nadie sabe quién demonios es ese imbécil, lo cual provoca mucha intriga y curiosidad dentro de mí.

- ¿Puedes organizarme una carrera para hoy? - pregunte mirándolo. - No me importa con quien sea, solo consígueme una y que sea con alguien decente por favor no me interesa perder el tiempo con cualquier estúpido.

Él me miró con sus ojos brillantes y con una gran sonrisa en la cara.

- Claro cuenta con eso, ratón. - Dijo él. - La primera carrera por el regreso de La Reina tiene que ser legendaria.

Al oírlo decir eso me pare a abrazarlo. Extrañe mucho a Andrew, desde pequeños éramos como uña y mugre. Él además de ser mi hermano es mi mejor amigo, mi compañero de locuras, él es todo para mí y sé que yo soy todo eso para él también.

No sé cuánto tiempo estuvimos así hasta que oímos que alguien tocó la puerta.

- Pase. - Dijimos los dos al mismo tiempo.

Nuestra madre entró por la puerta.

- Ya está la comida, chicos. - dijo ella sonriendo.

Bajamos a almorzar, nuestro padre ya estaba sentado esperándonos. Me senté junto a Andrew como de costumbre y mi madre se sentó al lado del señor serio, aunque la verdad no sé de qué me burlo de él si yo soy igual.

- ¿Cómo van los negocios, papá? - pregunte mientras me llevaba un trozo de carne a la boca.

- Muy bien, hija. - Respondió él. - Hace unos meses un imbécil trató de infiltrarse en nuestras instalaciones.

- Me imagino que le volaste la cabeza. - Dije seria. - Nadie se mete con los Russell, y el que lo intente pagará con sangre.

Él sonrió al oírme decir eso.

- Lo hice. - Dijo él - pero no sin antes sacarle información de para quién trabaja.

- ¿Te soltó algo? - pregunté.

- Sí, trabajaba para los Sokolov. - Dijo él. - Claro está que los mate, esa escoria de familia hacía todo lo que nosotros odiamos.

Sabía a lo que se refiere, trata de blancas, y niños.

Peligroso MisterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora