🍬Cap. 3

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1...2....3....4...










México iba contando con lentitud, llegando a agudizar sus oídos para escuchar mejor al menor, quién, se podía escuchar perfectamente como se tropezaba o chocaba con algunas cajas de cartón.

Estaban jugando a las escondidas en un depósito de aquel hogar de ancianos, teniendo que, claramente esconderse de los encargados y enfermeras.

Querían darse un pequeño descanso del trabajo, y es que, por más que se esforzaron no lograban recaudar más allá de unos centavos por lo que, ante la tristeza que eso ocasionaba en ambos, decidieron distraer el hambre con simples juegos.

Así, cuando el mexicano terminó por contar empezó a buscar al omega en aquel oscuro y polvoriento lugar.

Claro que, el aroma del argentino era fácil de detectar, no sólo por su dulce esencia sino también por su gordita contextura celestina, volviéndolo un blanco sencillo de ver.

Miró a un lado y luego a otro, logrando ver los celestes cabellos del menor asomarse entre las cajas, así que, se acercó en silencio hasta saltar detrás suyo.








—¡Te encontré!







Dijo con una amplia sonrisa escuchando el gritito ahogado que soltaba el omega, quién, se sobresaltó al instante, girandose para abalanzarse encima suyo.










—¡Detesto que hagas eso! ¡Sabes que me asusto!








México sólo soltaba unas carcajadas mientras sentía como el albiceleste jalaba de su remera desgastada para sacurdirlo un poco.

Claro que, al ambos oír que habrían la puerta esas risitas y sustos quedaron de lado.

Ambos se acostaron en el suelo, escondiéndose detrás de las cajas.

El pequeño alfa puso uno de sus brazos por encima del omega, neutralizando con su propio aroma las feromonas del menor ya que, este aún era muy pequeño como para saber controlarlas.









—Entiendo, es una lastima...

—¿Qué lástima? Ese viejo no tiene donde caerse muerto, sus hijos apenas y pagan la mensualidad del asilo.

—Pero el Señor España es amable, nunca ocasionó problemas más allá de pedir un poco de pan a la noche.

—Con la amabilidad no pagamos nuestros impuestos, además, si estira la pata, lo cuál lo veo muy probable por sus diagnósticos médicos, seria mejor para todos, podríamos darle la habitación a alguien que si pague la mensualidad.

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En la riqueza y pobreza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora