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—¿No es perfecto?—lo que implícitamente en su lenguaje significaba "¿No es de lo más apetecible?" 

Los ojos azules de su amiga, se iluminaron con un brillo hipnotizante, un destello que sólo podía detonar malicia absoluta. Jugueteo con uno de los mechones de su cabello, a la vez que se permitía observarlo a él y aquel chico.

Dejó de lado su plato de comida y de reojo observó a quien había captado toda la perversa atención de su amiga. El mismo estaba rodeado de un grupo de chicos, de los cuales, sólo reconocía a Discroll Buffy, una deportista insignificante hasta hace pocas semanas atrás había sido un gran dolor de cabeza para él, ya que había hecho hasta lo imposible para poder ser aceptada en su equipo de básquet, pero por fortuna se había dejado de fastidiar después de que tanto él como el entrenador la pusieran en su lugar. Pero al chico en cuestión no lo conocía.

No obstante, Amber se veía embelesada por él, y es que admitía que el chico en cuestión emitía un aura de inocencia pura que podía inquietar a cualquiera con una mente tan podrida como la de ellos, sin embargo lo ignoró, porque aunque no tenía nada en contra de la homosexualidad, no era gay, pero el que él decidiera pasar por alto al angelical chico, no quería decir que su amiga hiciera lo mismo.

—TJ, míralo—ordenó a la semana siguiente—¿Sus ojos no son preciosos? 

Y por tal motivo quería arrancarselos sin piedad, porque aquél marrón brillante, opacaba por completo al azul de sus ojos, porque sus iris azules no hacían más que reflejar cuán podrida estaba su alma, mientras que aquel color avellana perfecto e inferior a ella, era pura luz y castidad y aquello no hacía más que asquearla sin medida.


El basquetbolista de mala gana, apartó la mirada de su móvil y observó al chico en cuestión, y por una milésimas de segundos, sus orbes verdes observaron a profundidad a aquel de mirada marrón y si, efectivamente era jodidamente tentadora aquella castidad de cuerpo y alma que se podía apreciar con sólo observar su mirada, pero eso era algo que por supuesto no iba a aceptar, porque a diferencia de la rubia si podía manipular un poco mejor sus emociones.

Después de un momento negó con la cabeza mientras veía como Reed, Lester y Kira, se acercaban a ellos. Eso lo puso de buen humor porque seguro ese par haría que su amiga se olvidará de aquel chico que tanto parecía torturarla por el simple hecho de existir.

Y en el fondo la comprendía, ese niño si que era jodidamente abrumador, porque tanta inocencia pasaba de ser asfixiante a ser cautivadora y digna de ser robada, contra toda voluntad.

—TJ, ¿Viste su sonrisa? Es también hermosa.

A la semana siguiente su amiga, ya había encontrado una nueva perfección en Cyrus.

Resignado dirigió su mirada a donde su amiga lo hacía y por mera coincidencia los ojos avellana del chico se encontraron con los suyos, incomodando al chico ante tanta intensidad, obligándolo a bajar la mirada, acción que lo complació de sobre manera.

Pero no dijo nada al respecto.

Un mes más tarde, Amber supo dar en el clavo justo, condenando así a Cyrus, como había querido en un principio.

—Cargalo hasta la enfermería—le ordenó a su amigo, puesto que Cyrus se había raspado la rodilla tras caer mientras trotaba, o hacía el intento, en la clase de deporte.

Entonces TJ obedeció, y ahí y sólo ahí se percató de que Cyrus poseía una piel tan blanca y pura que merecía toda la pena ser marcada profundamente.

Presa perfecta |Tyrus| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora