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Capítulo 2: Herida

Escuché la campanita de la entrada sonar y volteé rápidamente hacia este, bajé mi mirada, di un suspiro y seguí mi camino hacia la mesa tres decepcionada una vez más este día. Había pasado una semana desde que Mina había venido al café, pero no había vuelto y mis esperanzas por volver a verla cada vez eran menos, quizás ya ni se acordaba de cómo llegar o de nuestra platica, mientras que yo no paraba de pensar en ella y en su linda sonrisa

—aquí tiene su orden—dejé la comida en la mesa y me dirigí hacia la cocina volteando una vez más al escuchar la campanita por si a caso aparecía, pero nada, ni una señal de ella

—Tranquila, la puerta no irá a ningún lado—giré dedicándole una sonrisa a mi amiga, la señora Im—creeme ha estado ahí por mucho tiempo

—sí, lo sé—reí—¿Qué tal estuvo el café señora Im?

—Muy rico como siempre cariño—tomé asiento un momento y aproveché que ya había atendido a los clientes para platicar con ella—¿Se puede saber porqué tanta necesidad de cuidar la puerta?

—no es eso, es solo que...

—esperas a alguien—afirmó

—Eh... no, nada que ver. Yo sólo... Estaba...—alzó una ceja dándome a entender que no me creía y solté un suspiro—de acuerdo sí, esperaba que quizás alguien pudiera aparecer por esa puerta

—¿alguien especial?

—pues... digamos que alguien con una sonrisa única... Andele justo así como la de usted—la señora Im rió

—bueno si es como la mía ya no sería única—sonreí—pero si seria especial ¿Quedaron en verse a caso?

—No—respondí con tristeza

—¿entonces como sabes que vendrá?

—No lo sé—alce mis hombros—pero ella me dijo que regresaría por que le había gustado mi café

¿Saben que era lo que más me agradaba de la señora Im? Que a pesar de ser una persona mayor te entendía a tal grado de poder hablar libremente con ella porque sabias que no te juzgaría y porque siempre sabía qué decir, a este punto ella había descubierto, sí, leyeron bien, había descubierto que me gustaban las chicas, no es que yo lo tuviera en secreto, pero tampoco iba por ahí revelando mi orientación sexual a las personas. No sé cómo se había dado cuenta pero esperaba que cuando fuera grande fuera tan sabia como ella

—bueno entonces si lo dijo es por que así será

—eso espero señora Im—en verdad—¿Y usted como se la pasó el fin de semana?

—Yo muy bien gracias, mi familia y yo fuimos a pasear al parque un rato, llevamos a mis nietos y todos iban jugando con sus celulares en el camino, ya sabes esos juegos en línea

—ah sí, se de lo que habla, yo no soy muy fanática de ellos, pero de vez en cuando juego con mis amigos

—mis nietos sí—rió —pero bueno son otros tiempos, en los míos solíamos armar papalotes e ir a volarlos

—todo era muy diferente ¿cierto?...

Esa mañana me quedé platicando un rato más con la señora Im, realmente me agradaba, era muy amable y sobre todo sabía escuchar. Por otro lado faltaba una hora para que terminara mi día y ya estaba resignada a que Mina tampoco viniera hoy, estaba casi segura de que ya ni se acordaba ni de mi nombre