Capítulo 5

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Amar a alguien no es fácil

El día de hoy ha sido una completa basura. Es domingo por la tarde y estoy en la sala de mi hogar intentando conseguir algún programa para entretener la poca estabilidad mental que me queda.

Se supone que los fines de semana mi padre se enfocaría en mí, pero rara vez suele cumplir con su promesa, así que he optado por dejar esa ilusión de lado.

Una semana ha pasado desde mi mudanza, los días se han vuelto largos y tediosos, nada interesante ha ocurrido. Lo único fuera de lo usual es mi extrovertida amiga y la mujer de la limpieza, con las cuales he tenido acercamiento.

Y yo que creía que mi vida se estaba volviendo emocionante.... ¿Qué pasa, mundo? ¿Ya te olvidaste de mí?

Unas risas salieron de mis labios con tono burlón. A veces puedo llegar a pensar cosas tontas sin siquiera darme cuenta. En realidad el hecho de que no haya sucedido nada me tiene tranquila. Aburrida pero relajada.

Aún seguía pasando canales tras canales sin conseguir algo que me enganche.

—Uhg, ¿tan difícil es colocar cosas buenas en la televisión? —cuestioné en voz alta absorta en mi pequeña burbuja.

He estado tan enfocada en mis tareas esta semana intentando adelantar una pila de ellas que busqué alguna excusa para relajarme, pero esto no me lo está haciendo sencillo.

Desde el viernes que he entrado en días de descanso no he salido más allá de la acera de mi hogar. No he tenido tantas ganas de salir, además, no conozco muchos lugares a donde ir.

En momentos como estos desearía estar en Alemania, tal vez estaría comiendo un helado donde Tiana, o también estaría paseando en mi patineta por el parque de mi vecindario.

Un suspiro repentino salió de mí ante la nostalgia.

De la nada los canales dejaron de pasar y se quedó en la sección de naturaleza. Fruncí mi ceño ante lo raro de aquello, así que presioné nuevamente el botón del control, pero nada sucedió.

—¿Qué le pasa a esta cosa? —Le di unos golpes y lo intenté de nuevo. No pasó nada.

—En general, los perros pueden correr a velocidades de hasta 40-45 km/h. Algunas razas de perros, como los galgos, son conocidos por ser muy rápidos y pueden correr a velocidades máximas de hasta 70 km/h. —habló una persona en el canal. Por alguna razón me detuve a escuchar aquellas palabras.

Al parecer están explicando lo veloces que pueden ser los perros. Dicen que su mayor cualidad es esa, aparte de tener gran sentido del olfato y audición son capaces de reaccionar más rápido a su entorno que el ser humano.

—Jum... —solté un quejido mientras una mueca se formaba en mi rostro—. Si el perro de esa chica fuera tan veloz me hubiera ahorrado una muerte prematura. —comenté recordando lo sucedido la semana pasada el día de mi llegada. Por alguna razón me fastidiaba revivir aquel momento.

—Es sorprendente que perros tan pesados como los pitbull pueden correr hasta 57 kilómetros por hora. —informó en un tono emocionado el experto. Sentí un estremecimiento en mi espalda ante eso.

—¿Y a mí qué me importa? —hablé molesta. Le di un apretón fuerte al botón pero no cambiaba—. ¡Estúpido aparato del demonio! —chille exasperada. Lo menos que me faltaba hoy era pelear con el control del televisor.

—¿Pasa algo, Cherry? —preguntó Sara al escuchar mis quejidos. Yo la miré con pesar.

—Estoy enloqueciendo aquí encerrada —contesté al instante. La mujer detuvo su limpieza y me miró—. Ahora me hice enemiga de esa cosa. —dije lanzando el aparato lejos de mi. Pude escuchar unas risas sonoras.

Un destino junto a ti (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora