–¡Carajoooo! – Me quejo y Lorna se acerca a mí con toda la furia.
–Lo lamento Jefa, lo siento– Digo, arrepentida, a una de las modelos que hoy me toca maquillar para la presentación. –Olvidé algo importante– Me excuso.
–Deberías prestar atención al maquillaje, no divagar– Dice la modelo y asiento. Estiro mis labios intentando sonreír para no chavarle el pincel en la cornea. Si, así piensa mi yo malhumorada.
Termino de maquillar a la perra después de estar dos veces disconforme con el labial. Y después me siento a descansar, para atormentarme. Dejé el piercing en su mesa de luz. Es el último regalo que Rex me dio. Me quejo, debía concentrarme en el trabajo para no pensar en él. Levanto la vista cuando Bruce apoya su mano en mi hombro.
– ¿Mal día? – Me dice y me da un café, bien dulce como me gusta. Le agradezco.
– ¿Me entiendes si te digo que hoy fue el mejor y el peor día?
–No...– Dice y se pone a pensar. –Creo que es la primera vez que te veo tan perturbada.
Si, no traigo emociones al trabajo, a menos que sea buena energía y baile alocado.
–Ya se me pasará– Le digo a mi amigo y ambos suspiramos.
Esta es la primera semana sin trabajar con el equipo del perfume Padule, el equipo que me hizo conocer a Lexy. Bruce conoció allí a su novio Luke. Y ahora, ambos estamos un poco tristes y vacíos. Mi promesa de que "se me pasara" no pude cumplirla, porque el día lunes, aún permanecía mi histeria. Compré un nuevo piercing, pero eso no me quitó la incomodidad. Le pedí a Mark que nos escapemos el fin de semana a Staten Island y no pude disfrutarlo. Maldito Mike y su súper poder para meterse en mis venas.
En el trabajo me encuentro con Barry, el jefe de Lexy y con Nick, quien me da un abrazo como si el drama de Halloween no hubiese existido. ¿Gracias a Nick, me metí con Mike? Dios no, no, desde ahora tiene que ser el innombrable.
– ¿Qué haces tú aquí? – Le digo, estirando mi cuello, con la esperanza de que aparezca mi amiga por algún lado.
– Mi jefe me mandó para representarlo. Está de vacaciones en México.
–Envidio a tu jefe– Le digo, yendo hacia la cafetera para preparar el café de la media mañana.
Nick camina casi pisando mis talones. –Yo también– Se queja, igual de pensativo que yo. Me volteo para observarlo mientras le acerco la taza de café como a él le gusta, se ve ojeroso, su piel está un poco grasosa, lejos de cómo es normalmente.
– ¿Quieres que te arregle el rostro? Me molesta el trato que evidentemente le estas dando, Nick. Con la cara guapa que tienes. El alcohol está chupando la hidratación de tu piel.
Se ríe y asiente, después de la reunión que tuvieron con Stefano (mi jefe) Nick se quedó, con aprobación de Lorna para que le haga un tratamiento facial. De pronto todas las asistentes de maquillaje y peluquería empezaron a revolotear a nuestro alrededor como si de moscas alrededor de una mierda se tratara.
– En ocasiones me da curiosidad saber que se siente ser el centro de miradas constantes, como eres tú en cualquier ocasión. Incluso con esas ojeras horribles que tienes.
–Es una mierda– Dice y niega, como enfatizando su comentario. –Tú no pareces mirarme de la misma forma, al menos no ahora...
¿Coquetea? Como se nota que Lexy no está cerca ahora mismo. Si, hace unos meses estaba coladita por sus ojos verdes, sus mechones amarillos y su sonrisa de dios arrogante. Hasta que me di cuenta que terminaría involucrada en un triangulo amoroso donde yo no tenía nada para ganar, si Nick está más embobado por Lexy que yo por un paquete de oreos con leche y azúcar. Y ahora que ella lo ha echado de su vida para siempre, solo le quedaron esas ojeras horribles y unos granitos en su barbilla. El desamor te deja así, si no lo sabré yo.
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En mis manos
RomanceMadison solo tiene una obsesión: el ARTE, así con mayúsculas. Y todas las formas de arte que existen. Vive espontáneamente sin preocuparse mucho por nada, solo quiere ser un buen apoyo para su hermano mellizo y sus amigos, con quien comparte sus día...