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—¡Tatsuya! ¡Vuelve! —Grité tan pronto como nos dejaste por la puerta.
Agarre una linterna y corrí detrás de ti como nunca. Corriste hacia la escalera más cercana y bajaste los escalones, siguiendo la cuerda que Draken había extendido desde la puerta principal hasta el quirófano donde se encontraba.
Entonces te detuviste. Conseguí alcanzarte y te agarre del brazo al llegar a ti. Estabas mirando al suelo, mirando a tu alrededor como si estuvieras buscando algo.
—¿Dónde está el resto de la cuerda? —Me preguntaste, todavía se veían lágrimas en tus ojos.
Miré al suelo para ver el final de la cuerda. No parecía que alguien la hubiera cortado ya que el extremo de la misma todavía tenía su tapa. Inmediatamente levanté la cabeza y miré alrededor de donde estábamos para ver un lugar desconocido.
Mis ojos se abrieron de par en par al darme cuenta de que la cuerda que Draken había atado al picaporte de la puerta principal podría haberse desprendido y haberse arrastrado hasta aquí.
Te miré para ver que tenías una mirada de pánico en tu rostro. No podía culparte porque yo también me sentía igual.
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