Darkseid es...

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—Por siglos, he estado buscando la ecuación de la Anti-Vida, con la cual subyugar la voluntad y el libre albedrío de todo el universo.

Darkseid caminaba por un vacío infinito

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Darkseid caminaba por un vacío infinito. Caminaba en un lugar sin suelo para pisar, hablaba en un lugar sin aire para conducir el sonido, vivía en un lugar sin vida.

Y te ofrezco lo que tanto buscabas.

En el inmenso vacío oscuro, algo se retorcia y reptaba cual serpiente. Algo oculta para la vista de cualquiera, pero que solo podría describirse como la pesadilla de un dios del terror. Darkseid se mantuvo inmóvil al escuchar aquella voz que por más que se esforzará, no podía distinguir si era masculina o femenina.

—¿Cuál es el precio? —preguntó el tirano, sin atreverse a voltear.

Sabes bien cual es el precio.

—Sé cual es el riesgo, al pactar con los de tu tipo —afirmó Darkseid, volteando levemente la cabeza como si quisiera ver de reojo hacia atrás.

El riesgo es el precio, Uxas.

—Soy Darkseid —aseguró con cierta molestia—. Es el nombre que gane junto al puesto del más poderoso de los Nuevos Dioses.

—Eres un bebé en comparación con los de mi tipo. Un nuevo dios, pero yo soy más antiguo que los viejos dioses.

Darkseid guardo silencio, con un leve temblor recorriendo su cuerpo por unos instantes. Él era Darkseid, y Darkseid es poder. Él era la oscuridad, la maldad y la muerte personificada. Pero eso con lo que estaba hablando, era más grande, malvado y monstruoso que él.

Te ofrezco el poder de doblegarlos a tu «mi» voluntad.

Darkseid lo sabía. Todos los que habían pactado con eso, perdían su alma y su voluntad. Todos eran reducidos a simples marionetas que servían a los perversos y bajos deseos de aquel ser. Pero ninguno de ellos era Darkseid. Él era Darkseid, y Darkseid es todo.

—Acepto —exclamó con firmeza.

Y la oscuridad se retorcio para darle forma a una masa sin forma, para darle vida a un ser que iba más allá de la vida o de la muerte. Un dios que no era uno, pero iba más allá de ellos. Y cuando eso se reveló, dejando al tirano de Apokolips como la más diminuta de las hormigas ante el más grande de los gigantes, él lo entendió. Ante eso, Darkseid no es nada.

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