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—¿A dónde más te gustaría ir? —Cuestionó con una sonrisa nerviosa, puesto que el chico que tenía enfrente le había resultado un tanto atrayente. Porque a decir verdad no era su fuerte contener sus emociones, y el que su pulso estuviera un tanto alterado era prueba de ello.

Se sentía avergonzada, no obstante, el chico de ojos verdes sonrió ante su pregunta, ¿Dónde más podrían ir? Creía haber recorrido toda la institución educativa ya, o tal vez no había sido así, lo único cierto era que él era nuevo en aquel colegio y que por tanto quedaba a entera disposición de la chica de rasgos asiáticos, para seguir siendo orientado sobre el lugar. Por lo que Andl, le había explicado algunas cosas mientras recorrían el lugar, como nombre de algunos profesores, alumnos y la metodología de una que otra materia porque después de todo terminarían siendo compañeros de curso. La chica de sonrisa sencilla era muy amable y bastante divertida, por lo que agradecía que el director la asignará a ella para orientarlo en su primer día de clases. 

Y aunque aquella era una tarea que a veces agotaba mucho, a Andi le gustaba servir de guía para los chicos nuevos, ya que le alegraba poder ayudar a su pronta adaptación, claro que no estaba en sus planes, como guía, que el corazón se le acelerará tanto por la presencia de aquel nuevo estudiante, que tenía una sonrisa demasiado hermosa para ser cierta.

Según el itinerario que seguía rigurosamente, aún les faltaba recorrer el patio, los baños, la biblioteca y el polideportivo en donde se llevaban a cabo la mayoría de los partidos de básquet del colegio, pero después de hacer una leve parada en el comedor, Jonah ya no parecía querer salir de ahí, pese a que no encontraba las palabras correctas para manifestarlo, puesto que no tenía aún ni siquiera la confianza para hacerlo, porque sabía que Andi se estaba esforzando de buena manera en impresionarlo, pero a decir verdad ya tenía hambre, aunque si era honesto consigo mismo, él siempre tenía hambre. Y la mirada que le echaba al menú de ese día lo delataba sin más remedio, provocando que la chica de rasgos asiáticos, se percatarse de ello y sonriera espontáneamente.

Era bueno saber que podría dar por terminado el recorrido, al menos por hoy porque ya estaba un tanto agotada, y aprovechando que ya todos estaban entrando al comedor, visualizo a sus dos amigos y se acercó a estos, acompañada de Jonah. Porque no era apropiado dejarlo solo cuando no conocía a nadie más que ella ahí y porque consideraba que era su responsabilidad ayudarlo a integrarse socialmente, además después de todo el chico le había caído bien.

—Jonah, ella es Buffy—señalo a la chica de cabello rizado, y pocos segundos después al chico que estaba junto a ella, con una gran sonrisa—y él es Marty.

Jonah sonrió nerviosamente y extendió su mano, a Matty, para luego saludar con un beso en la mejilla a Buffy.

—Un gusto, chicos, soy Jonah.

Y de acuerdo, Andi ya había dicho su nombre pero estaba muy nervioso como para razonar, claro que al oír el saludo cordial de los chicos se calmó y pudo sentirse en paz. Parecían amigables.

Momentos más tarde, mientras degustaba con gran placer su comida, se dejó instruir por aquellos chicos. Todo parecía ir excelente, hasta que todo le pareció de lo más extraño al ver como más de uno volteaba a ver a un chico de ojos verdes entrar acompañado de un chico de cabellos rubios, pareciendo todo, menos personas agradables.

Ellos se sentaron sobre una mesa que estaba al fondo, en donde ya estaban un chico y dos chicas más.

—Ellos son parte del equipo de básquet del colegio—dejó de comer un momento y tomó atención a Marty.

—Si sabes lo que te conviene mantente lejos de su vista.

¿Ah? Eso había sonado más raro de lo que debía.

Ahora fue Andi quien le habló.

—Aquí hay una sola regla que debes seguir y todo estará bien—ahora si que tomaba verdadera atención—bajo ninguna circunstancia te acerques a Cyrus o algunos de los chicos de esa mesa.

Pero sobre todo a Cyrus, quiso decir pero se abstuvo de hacerlo.

Entonces Jonah miró hacía donde lo hacía Andi y se sorprendió de descubrir que ese tal Cyrus era el chico de pequeña estatura y sonrisa dulce, que estaba atrapado en la mesa de aquellos de mirada malévola.

¿Cómo podría ser él peligroso? Y a decir verdad, el peligro no era Cyrus en sí, sino TJ, quien estaba a su lado, observándolo con gran devoción.

Mírame |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora