IV

1K 92 3
                                    

Tres días más tarde, Jonah no volvió a ver a Cyrus, por ninguna parte del colegio, aún cuando se había tomado el atrevimiento de buscarlo en más de una ocasión con la mirada, percatandose así que tampoco había vuelto a saber nada de Thelonius, ¿Estaría todo bien? ¿Le habría pasado algo malo al chico de sonrisa dulce? Por suerte, no le hizo falta esperar mucho para saber lo que había sucedido.

—La abuela de Cyrus, murió—comentó Buffy con pesar, puesto que sentía gran pena por el dulce chico, seguramente debía encontrarse devastado en ese mismo momento.

Ella lo sabía, porque lo había escuchado de la boca de la misma Amber, mientras esta última se lo había contado a Reed, pero ya para entonces todo el colegio lo sabía.

Jonah, se sorprendió bastante, y para qué negar, que también le preocupaba el malestar que debía estar atravesando el chico de religión judía. Realmente lo compadecía. 

Y en todo el transcurso de la semana ni él ni el basquetbolista aparecieron. Fue hasta una semana después que se los pudo volver a ver, claro que el que más destacaba de ambos, era Cyrus con su mirada apagada y sin brillo alguno. Debía estar sufriendo enormemente.

Le hubiera gustado darle el pésame personalmente, pero ahora a diferencia de otras veces, Thelonius no lo dejaba solo ni por un momento. Donde estaba Cyrus, estaba también él. 

Y a nadie más que al mismo Jonah parecía extrañarle tal actitud, porque nadie se atrevía a decir nada al respecto y él no sería el primero.

Entonces, una tarde, mientras estaba en los vestuarios del colegio, cambiándose de ropa para poder ir a su clase de gimnasia, oyó una muy extraña conversación entre aquellos dos chicos, que habían captado toda su atención en el último tiempo.

—Si yo ordeno, tú obedeces—ese había sido siempre el trato—¿Por qué ahora tiene que ser diferente?

Su voz sonaba a reproche. Él estaba enfadado, pero eso era algo que para quien los escuchaba no era tan evidente, sin embargo, se mantuvo ocultó y continúo oyendo.

—Hace apenas un mes que murió—se excuso—siento que una parte de mi se fue con ella.

Lo oyó gimotear. Era evidente que estaba llorando, ¿Qué había sucedido?

—Mírame—apoyó sus dos manos sobre su rostro—mírame bien, si yo no tengo cabeza para pensar en nadie más que en ti, tú debes hacer lo mismo y sólo pensar en mí. 

Y aquello había sido una orden dura pero contundente. Porque toda su paciencia se había agotado, por ende Cyrus debía callar y obedecer, bajo absoluta sumisión, o de lo contrario le tocaría ser el rehén de Thelonius, como ya una vez lo fue. Y en verdad aquel había sido un calvario que ya no deseaba vivir.

Sería un retroceso que le podría costar incluso su salud mental, porque un Thelonius que lo sometiera en cuerpo y alma era lo último que necesitaba. 

Sus ojos avellana, son capturados por aquel verde intenso. Porque todo él era siempre demasiado intenso.

Cyrus llora, pero esta vez no existe lágrima que lo salve. Ya no.

—Olvídate de ella, olvídate de todos...y sólo piensa en mí.

Tenía que entregarse a él, ser sólo de él, olvidado así todos sus sentimientos y sólo vivir por y para Thelonius.

—Obedece.

Cae de rodillas ante él y lo observa con temor, mientras aún llora, porque no puede evitar que una que otra lágrima caiga por sus húmedas mejillas.

Sus orbes verdes reflejan una mirada tan llena de posesividad, que logró erizarle la piel. Nunca podría acostumbrarse a aquella pasión tan enfermiza.

—Incluso tus pensamientos deben ser sólo míos, todos ellos. Nadie que no sea yo puede estar dentro de tu mente.

Le confesó, pero aquello ya era sabido por quien lo oía.

—Elige.

Sentenció.

—Te elijo a ti...

Mírame |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora