3. ¡¿Y?!

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Capítulo tres

Leo tiene novia.

¿Me importa? Sí.

¿Me ha roto el corazón? Sí, demasiado.

Pero, qué más da, Leo jamás me haría caso. Y por eso solo es un amor platónico. Así que con un hilo de voz, lo único que soy capaz de responder es:—¡¿Y?!

—Solo te lo advierto por si quieres beber en un antro de nuevo... ya sabes, el despecho y así podamos terminar otra vez en tu habitación.

Oh Shit.

¿En serio tan pronto tenías que  hacer alusión al último fin de semana?

Vamos, Anya, querías que se acuerde de ti.

—Shhh.—llevé mi dedo pulgar en señal de silencio.

—¿Acaso tiene algo de malo ver una película en tu habitación? O ¿Te has sonrojado por qué crees que te estoy proponiendo algo más... atrevido?

Su maldita sonrisa.

—Debemos trabajar.—le digo de manera seria, esquivando su mirada.

—Hey, debes admitir que la pasamos muy bien.—da un paso hacia mí.

Esta demasiado cerca.

Pero, no quieres alejarte.

—No me acuerdo.

—Ya, eso ni tú te lo crees.—y con su dedo toca la punta mi nariz.—Es respingada. Perfecta. Espero que no te vaya a crecer por tantas mentiras.

—Es que no miento.

—Todos mentimos, y sobre todo los estudiantes de leyes.—da un paso hacia atrás y se encoge de hombros.

—Debemos trabajar.—vuelvo a repetir—Vamos.

—A tus órdenes, querida.

Volteo mis ojos hacia arriba: —Primero, no puedes decirme querida.

—Bueno...

Camino y él me sigue.

Mientras sorteamos los escritorios de los demás hacia los estantes, las practicantes de primer año nos miran.

No, nos miran.

Solo a él.

Puedo ver como Luca se vanagloria de toda la atención que le están poniendo. Pasa la mano por su cabello, otra vez.

Ya, Anya las demás miran, pero tú has tocado ese cabello el fin de semana.

Punto a tu favor.

Y no lo volveré hacer.

—Todos comenzamos aquí.—señalo en cuanto llegamos a las montañas de expedientes.

—Claro, mi hermano ya les advirtió que no tengan un trato especial para mí.—él me mira, directo a los ojos.

—Sí y tendrás que colocar las etiquetas a los expedientes.— mientras le indico, trato de esquivar su rostro.

—¿Seré un etiquetador? Para eso me han valido seis años en la universidad.— hace un bufido, observando a los expedientes.

—Es importante reconocerlos, mira cada expediente tiene en la pasta una etiqueta, menciona su número de folios, el nombre de los implicados, la materia, etc, hay formatos en la computadora que te darán. Solo cambias los datos, los imprimes y los pegas aquí.

—¿Y cuándo haré algo importante?

—Hey, es importante identificar los expedientes.

Voltea los ojos hacia arriba: —¿Y tú que haces?

SIN ETIQUETASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora