Entre a la clase que me habían indicado. Vi a un grupo de personas y me resigné a decirles un simple hola, ellas, con su sonrisa mas falsa me dijeron que se alegraban de tenerme en su clase y me preguntaron por mi verano, enseguida empezaron a hablar de sus ligues de verano y pase a un segundo plano en la conversación. Un minuto más tarde llegó Tomás, el de matemáticas y además mi tutor de este año. Recordó que habia olvidado unas hojas que debía repartirnos y salio de clase. Todos comenzaron a gritar y apenas entendía lo que hablaban, en realidad mejor, no le interesaban lo mas mínimo sus historias.
Me sobresalté cuando alguien tocó mi hombro y me dijo con voz suave si se podía sentar a mi lado. Yo le dije que si y levanté la cabeza temiéndome que fuera alguna chica de esos típicos grupos de tres en los que siempre una se queda sola y se pasan la clase haciéndose gestos y mandándose notas. Pero no, era una cara nueva, alguien que no conocía, le pregunté su nombre, y con voz suave me dijo Paula y me enseñó una amplia sonrisa. Poco más pudimos hablar, ya que llegó Tomás. Las dos primeras horas transcurrieron lentas, pero con la suerte de tener a Paula al lado, la verdad es que me habia caído genial. Cuando llegó la hora del patio bajamos y nos encontramos con Sandra, mi mejor amiga, y con unas cuantas chicas más. Hice las presentaciones a Paula. Hablamos de nuestras vacaciones, de nuestras nuevas clases y de muchas cosas más. Al final del día le di mi número de teléfono a Paula, así podíamos quedar para ir a clase, o quizás para salir por ahí algún día, quien sabe.
