Quizá Quiero

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Hay algo terapéutico en llorar.

Llorar no sirve de nada

Mis lágrimas, las mejillas mojadas, las sábanas húmedas y el sabor salado partiendo mis labios, como si el sentimiento amargo que crece y se desenvuelve llenando y arrasando con todo a su alrededor y en mi interior, supiera a sal.

No me gusta la sal.

Éste dolor falso.

Ésta felicidad falsa.

Ya no los quiero.

Este mundo falso, que me he permitido crear, éste mundo dulce que me protege de la sal del mundo.

Ya no lo quiero.

Estos problemas de chocolate.

Ya no los quiero.

Quiero problemas de sal.

Quiero vivir en un mundo de sal.

Quiero ser un caramelo. Uno que todos quieran comer, uno en el que todos encuentren el consuelo por su boca húmeda y salada.

Pero tampoco quiero que me coma el mundo, quiero devorar el universo y sus posibilidades con dulcura y palabras de aliento, como las que me digo ahora porque nadie puede decírmelas.

Y eso está bien.

Porque tal vez todos a mi alrededor tienen diferentes problemas, diferentes ocupaciones, diferentes formas de mostar aliento... Diferentes costales de sal.

Quizá las modas estan hechas para las ovejas blancas de sal, quizá quiero ser una oveja rosa de caramelo, incluso si mi caramelo es el Tri, panteón rococó, Natalia Laofourcade o Bethoven. Y también si no.

Tal vez la sal no está tan mal si está perfectamente equilibrada y condimentada, si el plato sabe a lágrimas y a felicidad logrando un efecto agridulce, como un buen pamplona pinchado con una uva o un higo.

Tal vez solo tengo que mostar mis gustos y sentimientos reales, no una sonrisa apocrifa, ni una lágrima falsa. Tal vez solo debo aceptar que lo que las personas piensen sí importa pero no es lo primordial, tal vez solo debo aceptar que si salgo ahora el mundo me comerá viva y debo aguantar solo un poco más en el deleite de un mundo falso de cuatro paredes, tal vez solo debo aceptar que la tomernta acaba cuando yo decido que salga el sol, tal vez no debo avergonzarme de mostrar una lágrima, una sonrisa, una mueca, o un ceño fruncido si lo que siento es tristeza, dicha, asco o furia.

Porque...

Estoy harta de las emociones de papel, del mismo papel de la máscara que se alza sobre mi rostro, tal vez el pegamento que huse para pegarla no fue lo suficientemente fuerte, tal vez el papel con el que la fabriqué era débil, voluble, soluble al agua salada, corrosiva y húmeda...

Y está bien.

Porque tál vez no es eso lo que debía y debe ser fuerte.

Tal vez el pegamento que use estaba diluido con el agua salada de mis ojos, con las verdaderas emociones que intentaba tan desesperadamente callar... esconder... matar bajo esa máscara que yo misma confeccioné. Tal vez fue eso lo que hizo que el dolor, la dicha, el asco y la furia fueran revelados como un grito desesperado de ayuda, pero no hacia los demás, no a mi hermana, no mis supestos amigos, ni siquiera a mi mamá, sino un grito desgarrador de una solicitud de apoyo hacía mí. Quizá a quien mis lágrimas le han pedido ayuda es a mí; a la parte fuerte de mí; quizá la parte floja, debil, grosera y berrinchuda por fin se ha dado cuenta del daño que nos esta haciendo, quizá por fin ha berreado un alarido para ser auxiliado, por la mejor y mas fuerte parte de mí, que saldrá a la luz con su esplendor, con su verídica belleza, inteligencia, resistencia y fuerza a mi auxilio.

Con su verdadera forma de ser.

Quizá cuando permití que la lluvia mojara mi cara, empapara mi alma y se llevara mis penas, la parte fuerte de mí despertó, quizá cuando llore bajo la ducha permitiendo que el agua salda de mis ojos se mezclara con la dulce, me permití escucharme a mi misma.

Porque llorar sí sirve de todo.

Quizá cuando me permití ser fuerte, bonita e inteligente mi felicidad falsa desapareció, quizá cuando me permití ser yo misma a pesar de no saber quien soy, el dolor falso se desvaneció, quizá cuando me mire en el espejo y vi mis ojos rojos e hinchados: me di cuenta de que en aquel momento no era bonita, que estaba llorando como una estúpida sin una pizca de inteligencia, quizá cuando vi a traves de mis ojos un alma rota y débil, un nuevo dolor nació, pero esta vez uno real, tan real, tan auténtico, tan mío, que incluso se siente bien.

Tal vez cuando las chispas de lo que puede ser una fogata ardiente y resplandeciente hicieron acto de presencia en mi determinación y mis deseos de ser genuinamente exitosa y feliz, la falsa alegría se vio remplazada por un nuevo sentimiento evolutivo hacía una sonrisa sincera: Euforia y quizá también una nueva dosis de dulces ganas.

Porque tal vez, y solo tal vez si sigo siendo genuina, cosas verdaderas llenen a mi vida.

Porque quizá después de todo lo bueno y lo malo que soy y no niego ser, sí merezco ser feliz.


—May ;)

P.D: Esto es un adelanto de la historia de: "Mila: Extracción del alma". Mas epecíficamente el texto en el que me base para crear a Mila y su historia. Espero que les guste, a mi me emocionó.

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