Cinco

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Cuando el famosillo entró al edificio, regalándole mientras un par de miradas devastadoras a los periodistas, estos se fueron desintegrando como por arte de magia. No dio exclusivas, no dijo ninguna frase hiriente (aunque claro, su altanería ya la había gastado en mí) y por lo menos, lo único que pude sacar positivo de aquel encontronazo es que el nombre de Jimin no aparecería esa mañana en los periódicos. Al menos, no lo haría como diana de lo que un niñato escupía.

Suficiente.

Supongo que he aprendido a conformarme. Supongo que de tantas hostias que me ha dado la vida ya solo me basta que algo mínimo salga bien. Cosas pequeñas. Como cuando las nubes se van y el sol (que no sea abrasador) aparece en el cielo. O como cuando alguna sinfonía cobra sentido en mi cabeza y la toco mentalmente. O a veces es solo cuando la gente pasa de mí.

Pero ahora, siempre hay algo que me mantiene nervioso.

O quizá me hace sentir vivo, aún no sé diferenciarlo.

No me dio tiempo a colocarme el cartón menos mojado en la cabeza cuando Jin apareció a mi lado.

- ¿Qué se supone que haces aquí con la que está cayendo?

- ¿Y tú?... - contesté riéndome - ¿Por qué se supone que llevas una sombrilla en vez de un paraguas?

- Es para los dos imbécil - rechistó - Cuando he visto el aguacero caer desde dentro de la cafetería he pensado que serías un poco listo y te refugiarías en cualquier sitio pero no, claro, se me olvidaba que el cabezón de Yoongi siempre tiende a rebozarse en su mierda.

- Es un don.

- Pues muy bien, príncipe mendigo, sigue siendo tan estúpido como siempre pero ahora mismo te vienes a la cafetería conmigo, aquí te vas a congelar - dijo mientras recogía algunos de mis "muebles"

- Pero Jin... me dijiste que...

- Te dije que me dejaras sacarte de aquí, me dijiste que no - uy, alguien se estaba enfadando - te dije que me dejaras darte ropa, otra vez no - vale si, está enfadado - te dije que...

- Vale que sí, ya lo he pillado... contesté que no.

- Efectivamente - pataleó - así que ahora mismo te vienes conmigo, al menos hasta que deje de llover ¿De acuerdo?

Y no pude negarme.

La verdad, tampoco quería. Hacía un frío de mil demonios y había que ser bastante tonto para rechazar un café calentito de mi colega así que me levante, y refunfuñando de mentira sujeté yo el paraguas/sombrilla de mi amigo de camino al sitio.

Al llegar, Jin me metió en su despacho que estaba más lleno de papeles de lo que podía un organizador ver antes de que le diese un infarto y me sentó junto al radiador. Me trajo un café caliente y después de discutir con él durante la barbaridad de una hora casi a voces, me dejó su ropa de calle para poder pasar el día sin que saliera musgo de mi piel por la humedad.

- Dios mío... parezco una persona.

- ¿No estás acostumbrado a verte como un tío normal y corriente?

- No es mi estilo la verdad.

- Bueno muy bien - chistó mientras tomaba un sorbo de su taza de café - ¿Ahora me vas a contar que te ha pasado esta mañana para que tengas la cara de perro abandonado que tienes?

- Punto numero uno - dije poniendo un dedo cerca de su cara - no te metas con los perros abandonados, muchos valen más que muchas personas - asintió con la cabeza y decidí dejar a un lado la colleja que le iba a regalar - y punto número dos, tus consejos son una puta mierda.

Invisible  *YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora