Todo comienza en un campamento militar. Rex era un pastor alemán que siempre completaba sus misiones y, como recompensaba, lograba momento a solas con las capitanas en su cuarto o cualquier otro rincón. Un día, sin embargo, su última misión fracasó debido a que no pudo llegar a tiempo a su destino. Fue llevado ante su general, un bulldog no muy contento.
- ¿Qué te ha pasado, Rex?- Preguntó seriamente
- ¡Lo siento señor!- Se disculpó con algo de timidez- ¡N-no pude llegar a tiempo!
- ¡No hay excusas soldado! ¡Llevaoslo!
De repente todo se volvió negro para Rex. Alguien le había colocado un saco en la cabeza y le bloqueó la visión. Cuando el joven perro pudo volver a ver, se vio atado de pies y manos a una silla, con nada mas que sus bóxers. De pronto se dio cuenta de que no estaba solo. Tomas, un labrador y Súron, un dóberman, ambos buenos amigos de Rex, se encontraban sentados a su lado.
- Chicos, ¿Qué ocurre?- Preguntó el asustado cánido
- El general nos ha pedido que te demos una lección para que no vuelvas a fallar- Explicó Súron
- ¿Q-qué vais a hacerme?
- Ahora lo verás- Contestó Tomas
El labrador sacó un pincel y, con malicia, comenzó a acariciar uno de los pezones del pastor alemán. Este comenzó a retorcerse por el tacto de los pelillos.
- Anda pero si parece que hasta le gusta- Se carcajeó Súron
Entonces el dóberman sacó una pequeña pluma azul y comenzó a pasarla por el otro pezón del perro. Este se mordía los labios tratando de aguantar la extraña sensación. Poco a poco su cara se ponía roja mientras sus dos compañeros le hacían cosquillas, y algunas lágrimas salían. Después de 20 minutos que fueron eternos para el joven, cesaron.
- ¡P-por fin!- Exclamó Rex alegrado
- De eso nada- Le cortó Tomas
- Esto no era el castigo. Solo nos divertíamos- Se mofó el dóberman
Antes de que Rex pudiera preguntar, las manos de ambos perros se dirigieron de nuevo a los pezones de su amigo. Comenzaron a pellizcarlos y frotarlos con delicadeza, mientras este se ponía colorado. Lo peor fue cuando comenzó a notar que algo crecía en el interior de su ropa interior. Rex no sabía que ocurría pero no podía hablar debido a los jadeos que le venían a medida que pasaba el tiempo. Los dos perros continuaron tocando sus pezones sin piedad. Pasada alrededor de una hora, ambos decidieron pasar a un nivel superior, mordiéndole y lamiéndole. En los bóxers del cánido su miembro se encontraba totalmente rígido, a la espera de estimulación.
- C-chicos...- Logró decir entre jadeos- ¿Q-qué pretendéis?
- El general quiere que te tengamos en tensión
Finalmente el cuerpo del pastor alemán comenzó a sudar y a temblar, se encontraba exhausto. Finalmente la puerta de aquella sala se abrió y el general entró con una sonrísa siniestra.
- ¿Has aprendido la lección?- Preguntó con sorna
Pero Rex solo podía jadear.
- Me lo tomaré como un No. Dejadnos a solas
Los dos perros se marcharon haciendo el saludo militar, dejando solos al bulldog y al pastor aleman. Lo desató y le ayudó a levantarse. Poco a poco se deshizo de la única prenda de ropa que llevaba, mostrando un rígido miembro. El general también se quitó su ropa y, con "delicadeza", apoyó al cánido de cara a la pared. Poco a poco se introdujo en el, y comenzó a gemir. Cada embestida que el general daba hacia gemir a Rex mas y mas fuerte, y acercándolo mas al clímax. Finalmente ambos llegaron al final, gimiendo lo mas alto posible. Rex se quedó en el suelo, jadeando y húmedo de su propio flujo.
- Esto es lo que pasa cuando fallas- Dijo con sorna- Cuando te recuperes vístete y vuelve a tu puesto.
Cuando se quedó solo, Rex jadeaba con una sonrisa. Planteaba volver a fallar una misión.