Sus vidas eran eternas. Aburridas y Monótonas, pero agradecidos de tener a sus parejas destinadas, para estar juntos. Aún así, a pesar de que estaban completos sentían un fuerte vacío en sus pechos, como algo faltante en sus vidas.
Hasta que apareci...
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𝚁𝚘𝚜𝚊𝚕𝚒𝚎.
La mujer rubia era la más emocionada en la familia de poder cuidar de un bebé, siglos y siglos de poder desear cuidar a uno a pesar que su ahora —condición— especial, no le permitía poder concebir un bebé. Emmett apoyaba a su esposa, encantado de poder sostener entre sus brazos la criatura más débil y frágil que los humanos puedan dar; Un bebé.
Aunque para muchos sería irónico que estuvieran criando a su propia y futura novia, para Alice es una señal a pesar que la hallaron tan temprano y cruzado en sus vidas pero eso no le quitaba la fascinación de tener a su Compañera entre sus brazos cuando la rubia se lo permitía
— Ven Jasper, no te escondas sé que quieres verla — Rió la pixie al ver a su esposo detrás de la puerta de madera, entreabierta asomando un poco su cabeza — Ven a verla, es muy hermosa.
Soltó un ronroneo cariñoso la pixie dejando un beso sobre la frente de la bebé, quién dormía plácidamente, estaba limpia desde el día de ayer de su llegada; Le habían puesto un mameluco con aspecto de osito de color crema afelpado para protegerla del frío y era adorable, Rosalie y Emmett habían salido a comprar lo que faltaba para el cuidado de un bebé así que la Pixie había aprovechado su salida para pasar el tiempo con su compañera.
— Estoy bien aquí. — Habló el sureño rápidamente bajo la mirada burlesca de su esposa
— ¿Estás seguro? Mírate nada más como estas temblando, tu también quieres sostenerla — La voz dulce de su esposa lo puso nervioso al ser descubierto, no mentiría, él deseaba mucho sostener a su pequeña compañera y mirarla por horas dormir ese adorable ver su rostro de infante.
Pero tenía miedo de lastimarla así que él mantenía una distancia considerable y contenida para él; — Jasper. — Jadeó la pixie haciéndole ojitos al Rubio, inmediatamente hizo una mueca — Confía, no la vas a lastimar. Tómala.
El silencio se siguió manteniendo y el sureño parecía seguir firme en su ideología; — No puedo Alice. Yo... No puedo tomarla
— Entonces la voy a soltar.
El terror reflejado en los ojos del Rubio al ver la escena, parecida en Cámara lenta como su esposa soltaba a la bebé como si nada, Jasper se movió rápido logrando sostener a la bebé rápidamente entre sus brazos, la pobre pequeña se despertó del susto y el agarre haciendo que sus llantos empezarán a sonar en la habitación
