3. Efímero comienzo

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El sonido constante de los zapatos de mi padre se llevan escuchando desde que salimos de aquel despacho y nos mantuvimos en la sala de espera.

Llevo cinco minutos pensando en qué pasaría si no me aceptasen, nunca me han rechazado de ningún equipo y siento que esta sería mi primera vez. Tengo los nervios a flor de piel, sintiendo corrientes de escalofríos que pasan de mis pies a la última hebra de mi pelo.
Mis nervios son tan notorios que mi padre me comienza a analizar, sus canas reflejadas le hacen sumamente atractivo, a pesar del tiempo sigue siendo igual de guapo de lo que era cuando era joven, ya entiendo por que mamá se enamoró de él con el carácter tan mierda que tiene.
Sus ojos verdes caramelizados igual que los míos me observan detenidamente, pasan de mis ojos a mis labios, de mis labios a mi discreto escote que intente esconder con el blazer, después de pasarse unos segundos, los cuales me parecieron eternos, paso a mis piernas sobre todo a mis muslos, los cuales estaban perfectamente a la vista de todos por la leve subida del vestido por haberme sentado.

—dnes si sa stal veľmi pekným miláčikom.— puso su mano en mi muslo derecho y lo apretó levemente. Me tensé y nerviosa intenté quitarle la mano de ahí.—Ani to neskúšaj miláčik, vieš ako nosím tie šaty.— los escalofríos se volvieron más fuertes y una ola de náuseas atravesó mi garganta, en ese mismo instante tenía tantas ganas de llorar y escapar de él, que aunque supiese que eso era imposible la idea seguía rondando.— te has puesto muy bonita hoy Eli– se acerca a mi cuello y se queda ahí unos segundos.— hueles tan jodidamente bien Eli, no sabes cuanto me gusta.— me susurra al oído.

Es tan sinvergüenza que no le importa que su abogado esté enfrente nuestra y que en cualquier momento pueden salir. Dmitry me mira al igual que mi padre lo hace, no sé en qué momento pasaron de mirarme como una hija a una mujerzuela de la cual nunca se cansarán de usar. Cuando papá le trajo a casa le pedí ayuda para que me llevase con mi abuela, después de la muerte de mamá, papá dejo de tener límites conmigo.
La mano de papá asciende hasta el comienzo de mis muslos, intento cerrarlos pero me lo impide mordiéndome el lóbulo de mi oreja.

—Si no te aceptan sabes lo que va a pasar, ¿verdad?— su aliento entra por mis fosas nasales y la bilis está apunto de salir— Contéstame Eli, sabes que no me gusta hablar con las paredes, a si que te lo vuelvo a repetir.¿ Sabes lo que pasará si no te aceptan?

Oh, claro que sé lo que me pasará si no me aceptan y no quiero imaginarmelo, no aun. —Si que lo se.— respondí rápido y bajo, no se como no vomite por lo cerca que estaba.

—Muy bien, me encantan las chicas como tu Elli.— su mano sube cada vez más, mi corazón está apunto de salirse de mi pecho, las lagrimas están apunto de salir. Me levanto abruptamente con mis pies aún temblando y el nudo de mi garganta asfixiándome.

Doy un paso hacia delante con el objetivo de irme de aquí, el señor no sale de la oficina y prefiero ahorrarme la gran humillación que pasare cuando me rechace, mi padre me lleve arrastrarás, literalmente arrastras hacia el coche, que me tenga agarrada de las muñecas hasta el punto de no dejar circular la sangre en ella. Y lo peor de todo será cuando lleguemos a casa, no quiero ni imaginármelo, no aún.

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