La fiesta ya había terminado hace cinco horas, la Señora Hertrudis estaba descansando en su lujosa habitación, mientras que Marina había pulido el piso por tercera vez en el día, había lavado los platos, alimentado a los caballos, bañado y hasta masajeado al gato detrás de las orejas.
Ella estaba limpiando las ventanas cuando sonó la campana, signo de que su señora la estaba llamando.
-¡El desayuno!- le gritaba desde arriba.- ¡Marina! ¡Mis masajes y debes limarme las uñas!-
-Estoy subiendo mi Señora.-
La bella joven subió a toda velocidad y le llevo el desayuno a la cama a Lady Hertrudis; luego le masajeo los pies y le limó las uñas, cuando terminó bajó y empezó con el trabajo de sus compañeras. La pobre plebeya estaba exhausta y su único consuelo era que si terminaba todo su trabajo, al otro día tendría su día libre.
Terminado todo el trabajo de la casa, Hertrudis la mandó a comprar frutas, verduras, pan y carne para la comida que tendría esa noche con su sobrino el Príncipe.
Marina fue al mercado y compró todo lo necesario para esa noche. Estaba llevando una montaña de comida enorme que no la dejaba ver por dónde iba y cuando estaba volviendo se chocó contra una pared. El golpe que se dio en la cabeza fue tan fuerte que se desmayó y quedó inconsciente.
Al despertar se encontraba acostada en una cama ¡y a su lado estaba Jack!
-¿Te encuentras bien?- le preguntó Jack al ver que se estaba despertando.
-Sí, solo fue un golpe en la cabeza demasiado fuerte.- le contestó Marina tratando de pararse.-Debo irme, mi Señora me espera, ¿Dónde está la comida?-
-La mandé al castillo para que no tuvieras que cargarla- le contestó el joven mirándola a los ojos.
Marina no sabía que contestar y lo único que le salió fue preguntar qué hora era; cuando el príncipe le dijo que eran las once y media, Marina se alarmo y salió corriendo sabiendo que si no llegaba en cinco minutos Hertrudis la castigaría y le suspendería su día libre.
-¡¿Cuándo volveré a verte?!- le gritaba Jack desde las escaleras.
-¡Esta noche en la comida; yo seré la encargada de servir la cena!-le contestó la joven ya fuera del castillo.
-En ese caso hasta la noche… Marina- susurró el príncipe.
Al llegar al castillo, la bella sirvienta fue directo a la cocina donde encontró todas sus compras, el príncipe había sido tan considerado… De inmediato Marina se puso a trabajar, esa noche vería nuevamente a Jack, estaba tan entusiasmada que hasta pulió el piso por cuarta vez en el día.
Ya había terminado la ensalada, había preparado la carne y calentado un poco los panes; luego puso la mesa y como todo estaba listo para la cena se fue a su cuarto a descansar y arreglarse para la venida del Príncipe Jack.
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Te amo de verdad
RomanceEsta historia demuestra lo que es el verdadero amor y lo que mucha gente seguro enfrentó o enfrentará.