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Pertenezco a la gran familia de los Fortuna de donde han surgido poderosos héroes de guerra.
El sexto linaje de Fortuna se estructura por: el pilar principal, mi padre, quien falleció por culpa de la vejez; mi madre, la base de nuestro ducado, ella fue una base inestable por lo que me vi en la necesidad de quitarla; los demás pilares –menos importantes que el principal–, mis hermanos, a quienes uno por uno fui destruyendo hasta haber quedado solo yo.

Heredé el puesto de el pilar principal a mis diecinueve años de edad. Tome control de los mercados de mi madre y de los comandos militares de mi padre.

Construí paredes que fueron más fuertes que de las otras generaciones. Yo, por medio del nombre de su majestad, Caciano Argelius De Alger Obelia, alcance la gloria y el honor máximo a mis veintidós años de edad.

Soy un guerrero, un estratega, un militar, un soldado...

¿Pero una niñera?

—Cuidarás al segundo príncipe de Obelia.—oí las ordenes de Caciano de mientras él mantenía su brazo alzado a su lado y los médicos realizaban su tarea de estabilizar su maná.—Harás de él tu protegido hasta él cumplir la mayoría de edad.

—...—no hubo tal contradicción de mi parte. Lo deseaba. Deseaba contradecir a lo que él me estaba ordenando; ¿deseaba el cargar con un infante de siete años?, no. No me siento capaz de poder lidear con semejante carga en mis espaldas. La crianza es una tarea complicada, mucho más de lo que podría ser el dirigir un batallón. El solo pensarlo y de fracasar... me aterra.—Su majestad.—intenté eludir la carga de una manera disimulada.—¿No seria más conveniente para el joven príncipe el tener un tutor capaz que yo?

—¿Alguien que sea más capaz?—se burló de mi pregunta a carcajadas, su tos fue lo que le impidió el seguir haciéndolo.—Khazar.—me nombró con un tono inusual.—Muchacho, ¿acaso temes la responsabilidad de la paternidad?

—¿Paternidad?—esa palabra era mucho más aterradora que 'tutor' o 'guardián'

—No te alteres.—pidió el emperador.—No es necesario que mantengas una relación con ese niño, tan solo mantenlo bajo tu protección hasta que él sea capaz de protegerse a si mismo.

La simple idea era absurda. Vería a ese niño. Mantendría una relación con él aunque no fuese estrecha, me refiero a que... Cada mañana, en la mesa del amanecer, atardecer y anochecer, lo vería. En mis paseos alrededor de mi jardín, lo vería. Durante los dieciocho años de aquí en adelante lo vería, sentiría y oiría hasta que él cumpliría veinte años de edad.

Soy considerado como un monstruo, mi seudónimo lo deja demasiado en claro. "El Ángel Demonio" no fue colocado en mí con intenciones de que me respetaran, sino de que me temieran. ¿Ese niño me temería?

Mi apariencia es demasiado aterradora para la imagen mental de un niño de siete años de edad.
Mis expresiones, mi tono de piel, mis iris carmesí... Intimido hasta a mi servidumbre.
Ese niño tendrá pesadillas conmigo.

—Gran duque.—oí el llamado de mi mayordomo. Deje de ver mi reflejo al espejo para divisar al anciano.—Su alteza real ha llegado.

Es el momento.

Recibiría al segundo príncipe con todos los honores que le son correspondidos a alguien como él.
Toda las personas que trabajan en mi palacio estarían afuera en una fila para recibirlo. Yo, por su parte, intente parecer lo menos aterrador posible.

Las puertas se abrieron. Varios soldados imperiales del emperador ingresaron con las pertenencias del príncipe. Él vino de la mano de uno de ellos. Traía algo en manos, ¿un muñeco de conejo?

—Bienvenido.—saludé. Su atención fue dirigida a mi.
Tome mi corazón eh hice una reverencia ante él. Alce la mirada de regreso, note de parte suya un ligero respingón de susto.—A partir de ahora vivirá conmigo en mi ducado, alteza real.
Mi nombre es Khazar—me presente ante él.—,y usted será mi protegido.

Su silencio hizo que varios se indagaran de si estaba aterrado o solo no sabia qué decirme.

—Su alteza real esta encantado de conocerlo, Gran duque.—habló por él el guardia que vino sujetando su mano.
Quizás mi presencia le sea de temor, lo mejor sería el retirarme para permitirle el estar cómodo en su nuevo ambiente.

—Mis sirvientes serán los suyos de ahora en adelante.—aclaré dándole la espalda.—Lo que desee lo tendrá, puede rondar el palacio donde más guste, usted lo tiene permitido.
Instalece cómodamente.—no hubo ni siquiera un 'gracias' de parte de él, seguía teniendo aquella mirada cabizbaja, aferrándose más al extraño muñeco de trapo sucio.

Me retire del salón y deje que mi servidumbre lo instale en su dormitorio.

Yo, por mi parte, regresaría a mi oficina y de aquí en más, durante dieciocho años en adelante, no pienso tratar con el segundo príncipe. Lo ignoraré. Haré como si él no estuviera dentro de mi ducado.

❝𝐄𝐋 𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍 ────𝘄𝗵𝗼 𝗺𝗮𝗱𝗲 𝗺𝗲 𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀?✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora