a los pies del emperador. kookv

16

En la noche, cuando Taehyung estuvo de vuelta en la recámara que compartía con el alto Emperador, este aún lucía tenso, preocupado, y lo atribuyó al problema reciente con Yoongi. Aquello le dejó un mal sabor de boca. Jungkook no soportaba a los mentirosos, a los cobardes... y nunca perdona la traición. Sus pensamientos de preocupación se disiparon cuando el imponente hombre entró en la habitación, parecía listo para dormir al igual que él mismo.

— ¿Estás bien? — le preguntó el doncel tomándolo de la mano.

Jungkook asintió con simpleza pero Taehyung supo que había un trasfondo. Estaba preocupado. El joven se impulsó con sus pies para alzarse y besar el mentón marcado del otro; sus rasgos faciales tan duros, tan varoniles siempre le parecieron atractivos como el mismo pecado, le recordaban cuan fuerte podía ser, mas si veías sus ojos aceituna divisabas un paraje de tranquilidad y bondad, era amable y amoroso; aquellas dos facetas combinadas creaban, lo que en palabras de Taehyung era, el mejor Emperador que Grecia podría tener.

— Así cualquiera estaría bien.

— Hoy.... tal vez fuiste cruel con Min.

— No fui cruel, Taehyung. — refutó con calma pero su tono de voz sugería un deje de disgusto. — Créeme, porque puedo ser tan cruel como el mismo Julio César.

— Perdóname si no puedo creerte. — susurró sensualmente apegándose al cuerpo caliente de su amado.

— ¿Me crees así de blando?

— Creo que... — su diestra acarició la mejilla de Jungkook mientras de su boca las palabras fluías. — ningún hombre tan bueno puede transformarse en un monstruo sin alma.

— Agapi mou, esas son fábulas y las fábulas no existen.

— Entonces, ¿por qué me haces vivir una?

Y Jungkook no pudo contener la llama de orgullo y amor que se encendió en su corazón, la emoción de saber que Taehyung lo quería con pasión irrefrenable. Tomó al chico en brazos y se dispuso a besarlo, acabar con sus labios como si del fruto prohibido se tratase; y acariciar sus caderas hasta saciarse de sus femeninas curvas. Taehyung soltó un gemido suave, extasiado del candente tacto ajeno sobre su tersa piel. Cuando los besos se acabaron, Taehyung se distanció lo suficiente como para tentarlo desprendiéndose de su toga, su cuerpo angelicalmente desnudo quedó a gusto ajeno, y con sensualidad se tumbó en la cama boca arriba. Era una extasiante invitación a pasar una noche de pasión en brazos del placer.

— ¿Por favor? — pidió con descaro mordiendo su labio inferior como si no pudiera contener sus ganas de sentir enterrado en su cuerpo al mayor.

Jungkook se arrancó la túnica sin pensarlo un segundo más. El cuerpo en llamas de Jungkook se ubicó sobre el de Taehyung, rozando cada parte que le fue posible, sus piernas, sus brazos, su torso, y su intimidad. Los belfos de ambos volvieron a unirse con desespere, como si un largo tiempo hubiese pasado desde la última vez que se acariciaron.

— Agh... — jadeó sonrojado el doncel ante el toque en sus pezones.

— Hoy estás especialmente sensible.

El doncel se sintió abochornado de que el otro lo encontrase caliente, sediento de un poco de caricias que terminaran en el sexo. Con franqueza, ni el mismo sabía qué le sucedía, pero no podría importarle menos, no cuando aquello hacía que cada toque se sintiera como el mismo cielo.

Los dedos de Jungkook apretaron los rosados pezones, su lengua los lamió y sus labios los succionaron con fuerza que causó un estremecimiento placentero en Taehyung.

— Deseo comprobar cuan sensible estás.

Con rudeza le dio vuelta al cuerpo de Taehyung de modo que su rostro quedase pegado a la almohada y su precioso culo a la vista. El pene del Emperador palpitó sin poder contenerse, y sus manos se dedicaron a acariciar y apretujar las nalgas del kómpos, para finalmente abrirla y recibir la visión de la rosa entrada del chico completamente empapada.