Son equilibrados y maduros. Su percepción de la vida nunca es dogmática o convencional, sino realista y pragmática. No permiten que sus emociones influyan sobre su certero juicio de los hombres y de los acontecimientos.
Son equilibrados y maduros. Su percepción de la vida nunca es dogmática o convencional, sino realista y pragmática. No permiten que sus emociones influyan sobre su certero juicio de los hombres y de los acontecimientos.