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Bufé molesta y salí de la habitación. Me puse lentes de sol, y tomé mi celular y mis auriculares.

— Estoy lista — avisé a mis padres, que me esperaban, de mala gana.

— ¿Vas a llevar eso? — preguntó mi madre, molesta, observando cómo me ponía los auriculares.

— Ajá.

( • • • )

Camino a la playa, en el auto de mi madre, recordé lo mucho que odiaba el verano. Odiaba el mar, odiaba la arena que se pegaba en todas partes, odiaba sudar y odiaba que, como si fuera algo indispensable, todos los veranos fuéramos a vacacionar a la casa de mi (descanse en paz) difunta bisabuela paterna.

Observé por el espejo retrovisor que mi madre intentaba hablar conmigo, pero no la escuché. Subí el volumen de mi música y cerré los ojos.

"¿Por qué debería escucharte yo, si tu no me escuchas a mí?"

( • • • )

Me quité los auriculares y suspiré. No quería hablar con mis padres, pero si quería oír el mar. Su sonido era lo único que no me desagradaba de mis vacaciones de verano. Cerré los ojos y me relajé, realmente empecé a disfrutar la brisa... pero mi madre interrumpió.

— Intenté hablar contigo todo el viaje. No sabes lo difícil que es esto para mí, ¡quiero disfrutarlo al menos una sola vez! ¿Por qué no haces el intento?

— Lo intento desde que tengo memoria. Todos los veranos venimos aquí, ni siquiera me preguntan qué me gustaría hacer a mí.

— Tú sabes que esta era la casa de tu bisabuela — se metió mi padre a regañarme también — no esperes que dejemos algo tan importante abandonado por tus caprichos adolescentes.

— ¿Caprichos? ¡¿Siquiera estás escuchándome?! — bufé.

— Cálmate. Por favor, no quiero pasarla mal —pidió mi mamá — no seas egoísta.

— Ustedes son egoístas.

— Ya basta, niña. Solo tienes 15 años, ¿crees que puedes faltarnos el respeto? Somos tus padres — volvió a hablarme de mala manera, mi padre.

Quizás no fue para tanto. Pero para mí, a esa edad, en ese entonces: lo fue.
Me levanté bruscamente de la reposera y tomé mi toalla.

— Bien, si tanto quieren que disfruten del mar, me iré a disfrutar del puto mar pero lejos de ustedes.

— ¡¿Cómo?! — oí a mi padre gritar.
Pero yo ya había corrido lejos.

Corrí y corrí, lo suficientemente lejos de ellos y me senté bajo el muelle a llorar abrazando mis rodillas. Tomé mi celular y le mandé un mensaje a mi madre:

《 No te preocupes. Tendré cuidado 》

Guardé mi celular y continué llorando. Sentí la arena pegada en mis piernas y pies por andar corriendo, y comencé a quitarla enojada.

— Odio la arena, odio la playa, odio todo, joder.

— ¿En serio?

Me sobresalté y pegué un grito sorprendida. Puse mi mano sobre mi pecho y vi al chico que se sentó a mi lado.

— Lo siento — rió — ¿te asusté?

— C-Claro que no — desvié la mirada y limpié mis lágrimas, avergonzada.

— ¿Estás teniendo un mal día? — negué con la cabeza — pero, estabas llorando...

— No estaba llorando.

— ¿Y qué haces aquí? Bajo un muelle... ¿juegas a las escondidas? — bromeó.

— Estoy disfrutando la playa.

— Creí que la odiabas... — fruncí el ceño y él cambió de tema — en fin, ¿estás sola?

— Algo así.

— ¿Quieres acompañarme? Tengo que comprar unas cosas.

— No, solo vete. Quiero estar sola.

— ¿Estás segura? Puedo mostrarte lo divertida que es la playa.

Me convenció.

( • • • )

Salimos de la tienda con varios snacks, botellas de alcohol y jugos.

— ¿Entonces eres mayor de edad?

— Sí, tengo 18 años.

Nos presentamos mientras caminábamos para encontrarnos con amigos de él.

Christopher Bang, 18 años. Alto, amable, gracioso, y guapo. Cada minuto al lado suyo, me esforzaba porque no notara que me parecía atractivo. Me esforzaba para no mirarlo demasiado.

( • • • )

— ¿Entonces eres la nueva novia de Chris?

— ¿Q-Qué? — me sobresalté y me sonrojé.

"Ojalá" pensé.

— Claro que no — Chris se rió — pero es mi nueva amiga. Estaba sola y aburrida asi que pensé que podíamos mostrarle cómo nos divertimos nosotros.

— Por supuesto — su amigo sonrió y abrió una botella de alcohol para luego pasármela — ¡bebe!

Tomé la botella y bebí. Era mi primera vez bebiendo, y mi cara de asco me delató. Todos rieron, pero no fue incómodo, solo fue gracioso.

Éramos, incluyéndonos a Chris y a mí, cinco personas: dos chicas y tres chicos. Todos eran mayores que yo, pero aún así me sentí cómoda. Comimos, bebimos y jugamos al UNO mientras escuchábamos música, sentados en el muelle.

Pronto comenzó a atardecer, y a hacer frío. Todos se pusieron una sudadera, pero yo recordé que no había llevado la mía.
Saqué mi celular y observé la hora: 18:00PM. Mis padres seguramente regresarían a la casa.

— Tengo que irme — me levanté de repente.

— Oh, ¿en serio? Qué lástima. — suspiró la chica — espero que vuelvas mañana.

— Claro — sonreí y me abracé, por el frío.

Saludé a todos con la mano y caminé por el muelle.
Vi a mi alrededor.

"Joder. No recuerdo donde estaban mis padres".

Saqué mi celular y vi un mensaje de mi madre indicándome donde encontrarlos. Sentí la brisa fría y me acaricié el brazo. Me mordí el labio. Me daba vergüenza pedir que me acompañaran a buscar a mis padres, no quería parecer una niña pequeña.

— Te acompañaré — nuevamente Chris me hizo sobresaltar, apareciendo de repente al lado mío. Mi reacción lo hizo reír, y se disculpó.

( • • • )

Caminamos por la playa hablando de cosas sin importancia, pero realmente se sintió agradable. Ni siquiera me importaba la arena pegándose en mis pies.

Pero en un punto, dejé de prestarle atención a la conversación; el frío me ganaba. Seguí intentando disimular, pero comencé a temblar. Igualmente seguí caminando.

— Oye — Chris me detuvo tomando mi mano.

Sentí una corriente recorrer mi cuerpo en un segundo. Las manos de Chris eran más grandes que las mías, y muy cálidas.

— ¿Qué sucede?

Me soltó y se quitó la sudadera y me la dio.

— Mañana me la devuelves. Prométeme que te volveré a ver mañana, aquí mismo.

— Está bien.

— Allí — señaló — allí es donde dijo tu madre que te esperaría. Nos vemos — se volteo para irse y comenzó a caminar, alejándose.

Yo me sentía un leve mareo, quizás por eso actué como actué.

Corrí para alcanzarlo y lo tomé del hombro, haciendo que se voltee. Observé la expresión de confusión en su rostro, que en ese momento me pareció graciosa, y dejé un suave beso en su mejilla. Luego, me fui corriendo a donde mis padres.

𝑺𝒆𝒂 • 𝑩𝒂𝒏𝒈𝒄𝒉𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora