Capítulo 1: La llegada

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La llegada

"—¡Ya no te quiero! —expresó la chica con voz chillona a su novio, mientras él tomaba su mano, suplicante. El ambiente que entre los dos se formaba parecía tenso.

¿Estás terminando conmigo? —cuestionó él, incrédulo y desilusionado, había pasado tanto para que ella le hiciera caso, pero al parecer, ahora eso ya no importaba.

—¡Sí! ¡Lo sé todo! —expresó ella y señalo a una mujer que iba llegando—. Sé que ella es tu amante— él volteó, nervioso.

—No, ella es...—se quedó callada, a la espera que la otra mujer llegará y aclarara todo.

—Calla, maldito—dijo la chica para ponerse de pie y abrazar con entusiasmo a la mujer que minutos antes señaló y era la causante de todas sus penas, pero también de todos sus suspiros—.Creo que una relación poliamorosa nos vendría bi..."

—Eso no tiene sentido, muchacho—interrumpió la mujer de edad avanzada al muchacho que ld había invitado a su mesa a tomar café. Al principio la señora se negó, pero al ver como todos los lugares para sentarse estaban ocupados, terminó aceptando la propuesta de aquel joven, además de escuchar las tontas historias que en la mente del joven se creaban.

—Claro que tiene sentido, ajumoni—comentó el joven al borde de la risa—. ¡Estamos en un aeropuerto! ¿Se ha puesto a pensar la cantidad de personas que recorren este lugar? ¿La cantidad de personajes que n escritor puede encontrar aquí? —la mujer negó—. Siempre que vengo me gusta observar a la personas. La mayoría camina con prisa y emoción. Creo es porque su vida está a punto de cambiar o porque pronto se reencontraran con el ser amado—miró a su alrededor—. Bueno, también hay personas distraídas, como aquella chica—dijo, señalando a una pelirroja con lentes, que a duras penas podía caminar a causa del cuantioso equipaje que traía—. Vaya que es torpe—la señora volteó en dirección a la chica pelirroja—. Ajumoni, le apuesto que en menos de diez minutos aquella chica tirará todo su equipaje—al pronunciar eso, la mujer le dio un ligero golpe en el brazo en forma de reprimenda—Sólo bromeaba—sonrió—. Debo irme, que tenga buen viaje, ajumoni—se despidió haciendo una reverencia y dedicándole una sonrisa a la mujer que lo acompañó en un momento de aburrimiento.

...

Lee Hong Ki llevaba más de media hora buscando con la mirada a su mejor amigo. Por un momento, sintió inquietud al pensar que éste se había olvidado de él, que lo había abandonado por irse con una chica o, en el peor de los casos, que simplemente ya no le importaba más su amistad. Temió por lo último. Conocía a Kim Hyun Joong desde lo nueve años, cuando éste sin ni siquiera ser amigos, lo defendió de recibir la peor paliza de su vida. Desde ese día, se hicieron mejores amigos y prometieron nunca separarse; sin embargo, dos años atrás Hong Ki debió mudarse con su familia a Londres. Pensaron que las cosas entre ambos cambiarían, pero con el correr de tiempo se dieron cuenta que su amistad nunca perecería. De hecho, estaba más fuerte que nunca. Bueno, hasta ese momento en que Hong Ki se sintió abandonado.

Nervioso, revolvió su cabello recién teñido, debía encontrar la manera de tranquilizarse o salir de ahí.

— ¿Es en serio?...¿Rubio? ¡Te teñiste el cabello de rubio!

Hong Ki escuchó decir, no tardó mucho en reconocer la voz de la persona que cuestionaba su reciente decisión de ser rubio. Con la mirada buscó a su amigo, lo entró de pie, a unos cuantos metros y con su típica postura despreocupada. Se recriminó internamente, por un breve tiempo pensó que había sido abandonado, olvidado; pero no, Kim Hyun Joong estaba ahí, como siempre—. ¡Hyung! —exclamó alegremente, mientras corría en dirección a su amigo para poder abrazarlo.

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