Lily Luna Potter al fin tiene once años y ha entrado a Hogwarts.
Encantada por las historias que su familia le suele contar sobre Hogwarts, las aventuras que han vivido, decide que es su turno de comenzar la suya.
Pero lo que nunca imaginó fue que e...
Durante las últimas semanas, una bruja perteneciente al departamento de Servicios Especiales del Ministerio de Magia Francés, había estado siguiendo una pista durante su investigación sobre las personas desaparecidas a lo largo de todo el país.
Días atrás habían encontrado muerta a una bruja anciana, quien había estado desaparecida por alrededor de tres semanas, aparentemente había regresado a casa de una manera misteriosa. Parecía como si se hubiese sentado en el sofá cómodamente frente a la chimenea a dormir, para ya no volver a despertar, pero algo no cuadraba.
El departamento había cerrado y custodiado la casa por completo, pero un viernes en la tarde, el cuerpo había aparecido mágicamente en el sofá; no presentaba signo alguno de violencia, y debido a la falta de pruebas, el Ministerio Francés decidió cerrar el caso sin cuestionarse la extraña desaparición de la mujer durante semanas. Después del hallazgo, el departamento limpió la escena y cerraron la casa por completo.
A Gabrielle le habían asignado el caso de las desapariciones hacía tan solo unos días, pero le pareció muy inusual el caso de la bruja y como el Ministerio había desestimado todas las posibles pruebas de un asesinato.
Ella no se quedaría de manos cruzadas, y esa noche lluviosa decidió revisar personalmente la casa a fondo. Encontró poco polvo, signo de la limpieza después del caso, nada inusual; la cama, hecha; todos los libros, perfectamente acomodados.
Dentro existía el silencio provocado por la ausencia de la propietaria; no había ningún otro sonido más que los provocados por ella misma, la madera crujía levemente debajo de sus pies, la lluvia golpeaba fuertemente las ventanas, y una pequeña gotera que caía al lado del sofá.
Inspeccionó la casa durante varios minutos, pero nada parecía inusual.
Hasta que un relámpago que pareció caer demasiado cerca, hizo que la casa vibrara de una manera bastante extraña. Algunos platos cayeron del estante, la lámpara se sacudió tan bruscamente que cayó al suelo, y un cuadro que colgaba en la sala de estar se inclinó demasiado.
Gabrielle comenzó a vociferar -reparo- un par de veces arreglando los pocos destrozos que causó la vibración. Pero justo en el momento en el que acomodaba la extraña pintura de un gato naranja en su lugar, pudo notar un agujero en la pared detrás de este.
Con mucho cuidado, dejó la pintura en el piso —Lumos.
La punta de su varita se iluminó en un pequeño brillo, logrando que viera el libro dentro del agujero.
Lo tomó con su mano desocupada y lo observó detenidamente. Era un libro del tamaño de su mano, con portada de cuero rojo, sin título, y cubierto de hollín.
Al abrirlo, se encontró con la sorpresa de que algunas hojas habían sido arrancadas, mientras que las demás estaban quemadas casi por completo. Solamente se podían observar un par de palabras "fuego", "sangre", "luna"; pero ninguna que pudiese tener sentido por sí sola.
Iba manchando sus dedos con hollín y pasando por las páginas una a una; hasta que al final, pudo encontrar tres firmas escritas en el texto, pero solo una aún era visible: Albus Dumbledore.
¿Que tenía que ver Albus Dumbledore en esto?
Con su varita, iluminó el agujero de nuevo, buscando alguna otra pista, y lo único que aún se encontraba dentro era un trozo de papel.
Era muy corta para ser una carta, parecía más como un aviso:
"Nos vemos en Reino Unido, ten todo listo. Yo iré por nuestra cervatilla.
Este es el inicio de la iluminación"
Pero definitivamente Gabrielle se desconcertó ante la firma:
"G. Gaunt"
Sintió como una fría corriente de aire se coló por algún lado de la casa hasta su cuello, dándole escalofríos.
Ella conocía el nombre, conocía la historia.
Varios puntos se conectaron en su cabeza, y otros tantos se quedaron en blanco. Había algo más detrás de las desapariciones, algo lo suficientemente grande como el apellido escrito en papel.
Un sabor amargo se asentó en su boca, y un peso en su estómago, mientras que su corazón palpitaba a miles de kilómetros por hora.
Y un relámpago iluminando la habitación por completo, para después, dejarla en oscuridad.
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