Tenemos un trato

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Capítulo 2: Tenemos un trato.

Capítulo 2: Tenemos un trato

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『 °*• ❀ •*°』

"...Además de una pequeña pelirroja de 5 años, con ojos turquesa y piel pálida. Se solicita la máxima ayuda posible. Cambio."

Ambos pequeños perdidos en el bosque, sin saber cómo, acabaron llegando a orillas de la carretera, del lado contrario a dónde se encontraba el orfanato. Cansados a más no poder, pues el miedo no les dejo dormir y caminaron toda la noche.

—¿A dónde vamos?

—No lo se.

—¿Dónde estamos?

—¡No lo sé! —Ambos pequeños, perdidos, solos, asustados y con frío. No tuvieron más opción que seguir caminando.

—Deberíamos volver Ryuga, nos buscarán de todas formas.

—¡No! ¡Ella dejó morir a Ryuto!

—¡Basta! ¡Él no está muerto!

—¡Tu no lo sabes! —El la empujó, provocando que cayera al suelo y raspara la palma de su mano al ponerla en el suelo intentando detener el impacto. —... Lo siento. Lo siento. —Ella comenzó a llorar inevitablemente y él se puso de rodillas abrazándola. —Perdón, perdón. No quería hacerlo, lo siento.

Estaban ambos en el suelo del bosque a orillas de la carretera cuando el destino hizo su jugada, una luz los apunto, era un auto que pasaba por ahí, un auto negro. Este mismo se detuvo, y de este bajo una mujer, era una subordinada de Doji, se acercó a los dos niños. —Eh, pequeños, ¿Que hacen aquí solos? ¿Están bien?

Ellos la miraron separándose, Gina limpio sus lágrimas y la mujer fijo su vista en Ryuga. Encajaba con la descripción, pero no podía solo llevarse a el pequeño. —¿Están perdidos?

Ambos asintieron, aceptando la ayuda de la desconocida mujer, se veía amable, pero los pobres no sabían que sería el inicio de su perdición.

—Vengan conmigo, yo los ayudaré.

Ellos se miraron por un segundo, luego Gina dio el primer paso y ambos acabaron subiendo al auto de la amable mujer, ella les abrió la puerta trasera y la cerro cuando subieron. Antes de volver a su asiento, hablo por la radio que traía en su chaqueta, quizás ese aspecto algo policial fue también lo que les hizo confiar en ella. —Jefe, lo encontré.

—Perfecto, maravilloso. Tráelo a mí oficina de inmediato.

¿Debía avisar de la niña? Era mejor que no. Ya vería que hacer con ella después.

『 °*• ❀ •*°』

Durante el viaje, ambos infantes no pudieron aguantar más el cansancio y se durmieron en el vehículo. Pudieron tener unas dos horas de descanso aunque fuese.

Una Condena Pelirroja ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora