Coincidencia animal

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"¿No lo sabes? Ahora eres mío hasta la muerte.".

Capítulo 3:

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El hotel "Le Vampire" ubicado en una de las mejores calles de la ciudad, era fácilmente reconocido por sus cinco brillantes estrellas que colgaban de la fachada más alta.

Para los turistas no significaba mucho más que un hotel de excelente calidad al que llegar de vacaciones, pero para algunos locales y comerciantes citadinos era bien conocido por una fama un poco más oscura. Era un secreto a voces que en los pisos superiores del hotel se encontraba la base de operaciones del clan Ackerman.

Y solo un día después de la boda ya corría por las calles el rumor de que el sobrino de Kenny Ackerman había cerrado un ventajoso acuerdo para levantar de las cenizas el imperio que su tío había quebrado con su inesperada muerte. Algunos le conocían bien.

Y porque le conocían bien es que sentían miedo, la escandalosa reputación de Levi Ackerman no era por tener una increíble paciencia, una amable personalidad o unas sonrisas encantadoras. Su fama en realidad se debía a qué era un matón disfrazado de empresario.

Entonces, si él en verdad lograba restablecer sus finanzas, si resultaba que tenía la mitad de ingenio que su tío para los negocios, ¿no hacía eso que estar en su contra fuera de hecho peligroso?

Algo de inseguridad sentían al recordar que todos habían abandonado sus tratos con él. No era su culpa correr cuando las cosas se pusieron feas. De verdad creyeron que era un asunto zanjado la caída de los Ackerman.

¿Quién iba a imaginarse que él mismísimo Grisha Jaeger le tendería la mano?

Se sentían nerviosos. Un nerviosismo bastante similar al que sintió su joven secretario —de Levi—, que no pudo evitar trabarse con su desayuno al verlo entrar en el edificio por la mañana, pasando frente a su escritorio rumbo a la oficina.

—Señor, Ackerman —se apuró a masticar lo que tenía en la boca— ¿qué, qué hace aquí?

El pulcro hombre le volteó a mirar con una inusitada frialdad y Jean Kirschtein —estudiante activo de leyes—, se sintió un poco avergonzado de haber preguntado.

—¿Qué pasa? —le preguntó de vuelta, con un tono sin dulzura que hizo estremecer a los betas en los cubículos más cercanos, separados de ellos por una simple pared de vidrio. Y fue terriblemente consciente de la mirada gris bajando, siguiendo el camino de migas sobre el escritorio, y luego regresando a su rostro. —¿Es que acaso no puedo pasarme por mi oficina?

—No, no es eso, claro que no, señor —aún sentía restos de jamón en el paladar, trago en seco y se aclaró la garganta. —Es que pensé que estaría en París, ya sabe, en su luna de miel, yo mismo hice las reservaciones hace unas semanas, ¿hubo algún problema?—hablaba con nerviosismo, porqué la simple idea de haberse equivocado con algo de ese nivel de importancia le aterraba.

Levi frunció el ceño como con disgusto, y Jean se preguntó si de nuevo lo había hecho molestar sin querer, de alguna manera siempre lograba enojar a su jefe por chiquilladas. Era joven y cometía errores muy torpes, sin embargo, y en su defensa, nunca cometió un error realmente grave.

Vio al mayor acercarse a su escritorio y encogió el cuello entre los hombros, como si temiera recibir un golpe en la cabeza. Era un alfa también, pero eso no le impedía sentirse intimidado, sabía su lugar en esa empresa y conocía bien el puesto que ocupaba Levi antes de tomar la "presidencia". Sabía de él.

Y eso era suficiente para hacerle sudar frío.

Levi observó fijamente a Kirschtein, estudiandolo con detalle, si no mal recordaba rondaba los veintidós años.

El perfume de las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora