Llamas

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—Dame una razón. !Dame una maldita razón, para no matarte ahora mismo!

—No querrás quedarte en el infierno hasta la eternidad —Dice con seguridad dándome la espalda—, Creeme, no lo querrás.

Año 2017–31 de Diciembre–11:30pm

La espesa noche aulla en sinfonías silenciosas mientras hacemos crujir varías hojas secas en el suelo, dirijo mi linterna hacia todas partes iluminando el camino para no tropezar, esto echo en vano ya que la espesa nieblina es cegante y a cada paso me convezco a mi misma la gran mala idea que es estar aquí.

—Ya llegamos.

El lugar luce espectral, el bosque es inmensamente grande y las miles de sepulturas me hacen tragar en grueso.

Con la mirada busco una en específico y concentro el aire cuando la luz de mi linterna ilumina a ese lugar. Todo su alrededor tiene varías yerbas ya altas que la hacen lucir polvorienta y sucia.

Holik se acerca para agacharse y le pasar sus dedos en la piedra tallada con el nombre "Geral Clayton 1998-2016".

Me agacho a su lado y tomo su hombro.
—¿Estás segura?

—Si, —dice —,eso creo. —Agarra el bolso que trae a su espalda y poco a poco empieza a sacar una tabla de madera.

Una ouija.

Se que no debería... No debería darle falsas esperanzas, ni tampoco debería seguirla a este loco lugar. Debería tomar su mano y salir corriendo de aquí, ir a mi casa y dejar que ella llore tanto como pueda. Pero no, ella se niega, se niega a ser ella antes de la muerte de su padre.

—No me importa que tenga que hacer. —Baja la mirada a sus zapatos. —Quiero hablar con el.

Me levanto y empiezo a vaciar mi bolso. Caen velas rojas, y un mechero.

Holik pone la ouija encima de la sepultura de su padre y yo coloco díez velas a nuestro al rededor haciendo un círculo en el que ambas cabemos a la perfección.

—Sabes las reglas, ¿verdad? —termino de encender la última vela roja.

—Nunca jugar en un cementerio. —dice en un susurro.

Me siento a su frente y asiente su cabeza en una confirmación.

Bien. Aquí vamos.

Pone su dedo índice en el triángulo de la ouija.

Por un momento me quedo quieta y ella alza su mirada hacia mi.

Tengo miedo... Después de todo estamos en un cementerio a casi media noche jugando a la ouija.

Le devuelvo la mirada inquieta y al fin logro poner mi dedo junto a él de ella.

Gira el triángulo en dos círculos y...

—Geral Clayton. —Ella empieza —¿Estás aquí?

Me quedo observando el tablero, buscando un movimiento o interacción.

—Danos una señal.

Nada.

—¿Hay alguna presencia con nosotras? —Pregunta

Ni el viento, ni el puntero, ni la ouija.

Ella voltea hacia la tumba - ¿Estás con nosotras?

Me quedo quieta como si temiese hasta respirar.

Pero aún así no hay nada.

La decepción toma el rostro de mi amiga y se levanta de golpe quitando el dedo del puntero.

—Holik —La llamo aún en mi misma posición—, Cerremos el juego.

De repente se voltea y con una voz histérica ataca

—¿!Es que no lo entiendes!?

¿Pero?

—¿Que?

—!No es real! —Grita —, no va a pasar nada si lo dejamos así, porque simplemente es un engañoso juego de mesa. —da pasos largos alejándose.

—Cerremos el juego —Ignoro lo que ha dicho. —No sabemos si eso es verdad.

Tal vez puede ser una bazofia. Pero al mismo tiempo puede que no. Probablemente estamos apostando con la muerte y ella está cegada por la desilución.

— Cállate —Dice haciendo caso omiso
—!Callate! —Su vos suena más a un chillido que a un grito.

—¿Que te pasa?

Abro los ojos tanto como puedo y observo como el puntero arrastra mi dedo que se mueve a la velocidad de la luz llendo de esquina a esquina trazando miles de cuadros.

N-o p-u-e-d-e s-e-r

Me levanto rápidamente pero siento como una fuerza invisible me arrastra haciendome caer de espalda y hago una mueca de dolor cuando mi codo se raspa contra el suelo.

De repente las velas rojas empiezan a soltar una llamarada más alta y en dos parpadeos me veo a mi misma encerrada en un fuego naranja que me hace arder la vista.

Mi corazón late a mil por segundo, mi instinto de supervivencia me hace querer buscar una solución, pero simplemente todo mi cuerpo a entrado en cortocircuito.

Holik.

Mierda, mierda.

—!HOLIK! —voicifero en rodillas—!Holik!

De la nada, las llamas empiezan a bailar nerviosas, una en una, cierta parte del fuego se inclina ante mi y empiezo a temer por mi vida.

un ventarrón frio pasa por todo mi cuerpo y aún arrodillada, mi cabeza explota con lo que logra ver.

El cuerpo de mi amiga...

levitando.

Levitando como si la sostenieran de delgadas cuerdas invisibles. Tiene ambos brazos extendidos y ha abierto las llamas como si fuese una puerta.

Entra en el círculo cerrando tras ella, el fuego se expande en un hermoso rojo como la sangre y me quedo estupefacta cuando ambos ojos grises como la tormenta, brillan entre tanto caos.

— Tu amiga ya no está. —una oscura vos habla y siento el eco de cada letra retumbar por todo mi cuerpo.

Dato curioso:

Nunca juegues la Ouija en lugares como cementerios o locales donde hubieron asesinatos brutales, eso puede atraer a espíritus oscuros.

Gracias por apoyar y leer pequeños escritores<3.

Lilith desde el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora