2☠︎︎

27 3 0
                                    

𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨

𝐀𝐳𝐯𝐚

Estábamos yendo al hotel donde se harían las fotos para la promocional de esta temporada, compartir auto con Eros es como compartir un juguete a tu mejor amigo.

Siempre disfruto de estos momentos, el como deja que ponga música en el estero de su auto mientras que los dos tarareamos la canción, apresar de que siempre fuimos nosotros siete no me es difícil aceptar que con Eros tengo una conexión especial.

Es como una conexión de amigos de toda la vida, nos entendemos bien y nos podemos contar cualquier cosa sabiendo que el otro jamás nos juzgará y que solo buscaremos la manera de dar un buen consejo.

Aún recuerdo cuando nos conocimos, yo estaba echa un manojo de nervios por los exámenes finales los cuales debía pasar con buena notas si no mis padres me sacarían del internado y me mandarían a una internado exclusivo para niñas en Rusia.

Esa noche no podía dormir así que me escape y fui al gimnasio de la escuela, pensé que no había nadie en el lugar, hasta que escuche los golpes al saco de boxeo y después lo vi. Estaba todo sudado y parecía un tanto frustrado por lo cual sabía el motivo de su desquite con el saco de boxeo.

Desde ahí platicamos un buen rato, de una forma extraña los dos pudimos tranquilizarnos e irnos a dormir. Los días pasaron y siempre nos sentábamos juntos en las clases que compartíamos, poco a poco fuimos conociendo a los demás, formamos una pequeña pero unida hermandad.

—¿Qué tanto piensas?

—Nada, solo tonterías

— No creo que sean tonterías por qué está Stretts de Doja cat sonando a todo volumen y tú no lo estás cantando como de costumbre — giro mi cabeza para verlo pero el no me ve, solo su vista sigue fija en el camino.

—Estaba pensando en el día que nos conocimos

— Es día casi me da un infarto al verte parada como un fantasma en medio de la madrugada —sonríe.

— Ya te e pedido perdón por eso, no era mi intención parecer un espectro malévolo

—Pero parecías, joder en ese momento eras idéntica a la niña del aro solo que sin la bata blanca

— Pero esa vez llevaba el cabello amarrado, no lo llevaba suelto— me defiendo.

— Pero era negro, bueno sigue siendo negro así que sigue siendo la niña del aro

—Que te follen — lo maldigo.

— ¿Castigo a premio? — pregunta con una sonrisa burlona.

No le respondo nada, solo le pellizco el brazo provocando que el suelte una carcajada ante mi acción tan infantil.

Después de un rato llegamos al hotel, bajamos con nuestras maletas de mano donde guardamos nuestra ropa normal y varias cosas por si sucede una emergencia de moda.

Entramos y vamos al gran salón de eventos donde se realizara la sesión, al ser un hotel tan prestigioso el salón de eventos era igual de lujoso. Poseía diversos acabados un tantos renacentista al igual que parecía sacado de esas series de Netflix sobre monarquía, parecía el salón de baile de Bridgerton.

𝐀𝐝𝐨𝐥𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐏𝐞𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨𝐬𝐚 [𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora