Juntos Solos | Parte 2

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Años atrás...

Una bofetada impacta su roja mejilla. De nuevo.

Se lleva la mano rápidamente ante el dolor punzante, y aguanta sus sollozos, sintiendo el fuerte humor y la rabia que emana su pareja. Su presencia comienza a crear temblores temerosos y se encoge de miedo cuando se acerca a él.

—Me das asco, maldito inservible —lo agarra con brusquedad de su ropa y se lo escupe en la cara.

Es la tercera o quizá sexta vez que es humillado por quien lo tiene en manos. Su pecho duele al escuchar palabras tan feas dirigidas a él, por algo que no puede manejar. Sus lágrimas no le impiden ver el odio con el que es visto. La repugnancia con la que después de que la luna llena pasa, es visto.

—Lo siento- ¡Ah! —un golpe más fuerte en su otra mejilla lo derriba al suelo. Lo mira rápidamente para ver y anticipar cualquier otra ruda acción. Aunque realmente no puede hacer nada contra ellas.

No se supone que las cosas debieron ser así.

Es un omega puro. No entiende por qué no puede ser capaz de concebir un cachorro. Ya pasó la sexta luna llena, y no hubo señales de estar esperando un hijo, del lobo quien se agacha a él. De su pareja predestinada. Del supuesto amor de su vida, aquel que se encargaría de amarlo y cuidarlo siempre. Pero lo único que recibe de él, sólo son golpes e insultos desde que supieron que no puede quedarse embarazado.

Thomas siempre conoció los instintos de los lobos. Su abuela, le enseñó acerca de las reacciones e instintos de los alfas y betas, por si algún día llegara a conocer a su pareja y así poder saber manejar sus temperamento. Una de ellas, era que los alfas en algún momento querrían tener un legado. Su propia generación. Sus hijos de sangre.

Un orgullo de cualquier alfa, presentar a su cachorro ante todos. Una adoración del lobo hacia su pareja por darle un hijo. Tener su familia como todo lobo alfa querría tener.

Cuando conoció a su pareja enviada por la luna, la felicidad era enorme. El lobo omega aceptó el cortejo y vivió hermosos meses durante ello. El lobo alfa era como todo lobo querría tener. Fuerte, ágil, grande, inteligente y muy valiente. Era su pareja perfecta.

Después de un año de conocerlo, perdió su pureza en los grandes brazos y musculatura prominente de su pareja. Se entregó al lobo y todo fue fantástico. Estaba feliz de haber esperado por él. Estaba feliz de despertar abrazado en esos brazos que sabía, lo cuidaría siempre. Él lo abrazó y supo que todo estaría bien.

Pero la luna llena pasó, y primero fue la confusión.

Se suponía que después de la luna llena, el lobo omega presentaría señales de que está en cinta. Los demás lobos lo presentaron, menos Thomas. Asustado y triste, se refugió en los brazos de su amado, éste, confundido y algo molesto, de que no haya sucedido. Quizá, él era el problema, así que se revisó y confirmó que era fértil. Ambos, decididos, lo intentaron a la siguiente luna llena.

Y pasó lo mismo.

Y el lobo comenzó a perder los estribos. Thomas lloró durante gran parte de la noche. Después de eso, todo cambió. Su pareja ya no era tan cariñoso con él y se perdía en las noches fuera de casa. Thomas sabía que frecuentaba un bar y que se revolcaba con servidoras de ese lugar. Y pretendió de que aquello no le dolía, pues sabía que era culpable de que las cosas sucedieran de ese modo. Si tan solo pudiera embarazarse, quizá recuperaría al amor de su vida.

Entonces, para la siguiente luna llena, recibió la marca. Tal vez eso era lo que faltaba. Su mordida en el cuello, pero fue más doloroso que excitante. Con emoción, espero la primera semana, aquella donde su pareja volvió a estar con él como siempre fue. Pasó la siguiente semana y aún nada ocurría. La tercera, ambos perdieron la esperanza.

❝𝙏𝙝𝙧𝙚𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩 ♔𝑫𝒚𝒍𝒎𝒂𝒔♔ ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora