𓄹 ♡ ! 🅽 𝖾 𝗐 ✦ : 𝗅 𝗂 𝗳 𝗲. (Monster High, Kieran Valentine × Spelldon)

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El descubrimiento de algún defecto en aquellos a los que hemos admirado nos inclina a extender nuestra censura individual a toda la especie; y a partir de entonces rechazamos las cosas que talvez quisimos y concluimos demasiado a la ligera que no podemos confiar en nadie.
¿Qué pasa cuando tienes esa percepción de ti mismo? Valentine se encadenó a un odio tan profundo, apesar de intentar elevar su autoestima. Un vampiro solitario y triste que vive en los suburbios de una "ciudad" monstruosa, tiene una curiosa afición: le gusta formar parejas, sin embargo, no tiene amigos y sus compañeros de clase se mofan de él y le maltratan.

Bajo un árbol cerca de un patio amplio perteneciente a la escuela de Monster High se encontraba entre lamentos silenciosos. Por lo general divisaba con cautela a sus compañeros, viendo parejas felices que le otorgaban una pequeña satisfacción, pese a que ellos no sentían una empatía tan marcada hacía el vampiro.

El hambre lo azotaba durante aquellas horas, le disgustaba la idea de ir a las instalaciones de la escuela, optando por llevar cosas ocasionalmente dulces o saldas. Esta "oportunidad" era diferente: una bolsa de sangre entre sus dedos fríos y pálidos estaba siendo abierta para ser devoradora y satisfacer las necesidades de un ser no viviente.
Ingería compulsivamente, cuidando no manchar su camisa pulcra y aperlada, detallada con algunos olanes y bordes elegantes. El sabor a hierro era exquisito antes sus papilas gustativas, su lengua se deleitaba con la vibración entre sus labios fríos, rotos y agrietados hasta terminar la bolsa que lo dejó orondo.

Por lo general tenía pensamientos muy apegados a su naturaleza vampírica mezclados con su romanticismo. Beber la sangre de un ser al cuál entregarse en alma, más allá de un contacto físico, algo espiritual... Absorber un líquido tan vital para la vida, ser entregado sin miedo y con confianza desde una fina capa de piel.

No obstante los pensamientos se supendian poco más tarde. Su llamado a un salón apartado por parte de buena sangre (la directora de la institución) le hizo apresurarse ante una situación que requería su presencia, desconocía el porque, sin embargo, escuchar era una obligación. No era el único, se encontraban por lo menos otros 20 chicos con el mismo propósito de saber la necesidad de mantenerlos ahí.

- Muchachos, seré directa para no interrumpir mucho su jornada. - habló la directora imponente y recta. - Los alumnos en cuanto a promedio de calificaciones más altas serán parte de un proyecto artístico que reunirá fondos para reabrir el taller de artes diversas. Pueden trabajar en solitario o pedir ayuda, dicho proyecto será expuesto en el teatro frente a la secretaria de educación para monstruos... Den su mejor esfuerzo, porfavor. - Aquel "porfavor" se escuchaba más cómo una suplica. - Mañana a la misma hora nos reunimos para confirmar la expresión artística de cada uno de ustedes y el orden en el que se presentarán.

Dentro de los términos y condiciones que mandaba la directora, una nueva carga se acumulaba con preocupación en su pecho. Tendría que llegar a casa y meditarlo con más calma.

No es que tuviera una ascendencia principesca, pero en aquel rincón del mundo era suficiente para una pequeña renta anual para poder llevar una vida de gran señor. llevaba una existencia acomodada, con su reducido patrimonio el y su mamá pudieron adquirir aquella pequeña residencia feudal, rodeada de varias hectáreas de tierra.
No creía que existiera nada más pintoresco y solitario. El lugar estaba situado sobre una suave colina y dominaba una extensa área verde. Una carretera angosta y abandonada pasa por delante de un puente levadizo, que nunca vió levantarse: "un lugar muy solitario".
Mirando desde la puerta de entrada hacía la carretera, el área verde que rodea su casa se extiendia quince millas a la derecha y doce a la izquierda. A sólo a tres millas, había un pueblecito en ruinas con su iglesia gótica también en ruinas; allí estaban las tumbas, casi ocultas entre piedras y follaje, que dominaban las silenciosas ruinas del pueblo.
Hay una leyenda que explica por qué fue abandonado por sus habitantes ese
extraño y melancólico paraje. Pero realmente nunca se tomó el tiempo para investigar.

Estaba solamente con su madre, la mujer más antipática del mundo pero de edad bastante avanzada, a veces era un poco hostigante pero comprensiva.