Poder, inmortalidad y eterna juventud.

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Finalmente, el tan temido y a la vez ansiado día, habia llegado, todo parecía prometer una jornada perfecta, como pocos días , el sol habia decidido afortunadamente dar un pequeño abrigo a las frías calles de Moscú, la suave brisa traía consigo el relajante aroma a tierra mojada que solía desprenderse de los parques aledaños.. aroma el cual se encontraba cierto kazajo inhalando con fuerza, en un muy tonto intento de apaciguar un poco los nervios que lo estaban destrozando.

Otabek no se consideraba un hombre demasiado tímido, más bien, podía fácilmente presumir de su carácter equilibrado y su falta de emociones críticas, sin embargo, aquel día estaba por enviarlo directo al hospital si no lograba encontrar su punto de equilibrio nuevamente.

Las ganas por volver a refugiarse en la habitacion de hotel que habia reservado hace ya un par de dias eran bastantes y aumentaban conforme pasaban los minutos, giro levemente sobre sus pies , observando su reflejo en los cristales polarizados de la fachada del edificio, examinando su apariencia cautelosamente, su saco perfectamente planchado color azul opaco, degradando a un gris hacían juego con su cabello , como siempre descansando hacia atras, dandole un toque varonil perfecto, algunos mechones cortos rebeldes se escapaban del pulcro peinado acariciando su piel semi tostada, enmarcando sus ojos achocolatados, observó los pliegues de su camisa blanca, observando que no hubiera alguna arruga, alguna mancha, algún pretexto para volver a subir... Sacudió su cabeza quitando el pensamiento cobarde a su criterio de su mente, prosiguió con su exhaustiva auto inspección llegando a sus pantalones negro azulado llegando a su brillante y pulido calzado de cuero, suspirando derrotado por no haber encontrado alguna falla milagrosa, llevó su mano al bolsillo derecho de su saco, sintiendo entre sus dedos una pequeña cajita de terciopelo blanco, el cual escondía una sortija de compromiso muy especial.. una sonrisa surco sus labios recordando su paso por la joyería.. habia sido tan inesperado para él, como para sus más allegados.

"Habia sucedido un día cualquiera, un dia normal en su agenda, se encontraba visitando a cierto ruso de cabellos rubios y ojos rebeldes, habia arribado la noche anterior por lo cual aun no habia podido verse con él, para su desgracia, su pequeño soldado mantenía un régimen de entrenamiento bastante exigente bajo la supervisión de Yakov , Viktor se encargaba de perfeccionar sus rutinas, entrenando con el en todo momento, habia tomado esa decision al momento en que su cerdito habia decidido retirarse, para convertirse en coreografo , siendo rápidamente robado por Yuri Plisetsky, entre los dos rusos mayores junto al japonés, estaban puliendo sus encantos, su técnica y su resistencia, creando a un tricampeón mundial, Otabek no podría sentirse más orgulloso de él.. por ende, no tuvo deseos de interrumpir la agitada mañana de su novio, así que finalmente se decidió a salir pasado el mediodía de su habitación, pasó a su cafetería favorita pidiendo dos cafés negros calientes , habia llegado en pleno invierno, y fue entonces que al salir del lugar la revelación llegó a su cuerpo, sus ojos divisaron una pequeña joyería, trago pesado sintiendo como sus pasos lo guiaron instintivamente a cruzar la calle, y cuando pudo volver en sí ya se encontraba mirando el escaparate.

Su vista se paseó lentamente por cada collar de plata, por las gargantillas, pulseras, aretes y... anillos.. los cuales eran obviamente más abundantes que cualquier otra joya ahi presente. Sus ojos se detuvieron automáticamente en una sortija en especial, un bello anillo de oro blanco adornado por una hermosa y brillante esmeralda, adornada por pequeños diamantes resaltaba entre todo lo demás, dejando opacado cualquier otro objeto precioso con su belleza, Otabek observó la joya con atención... su mente comenzó a vagar entre recuerdos , se situó años atrás, en aquel afortunado día en que pudo conocer a Yuri, aquellos ojos verdes tan serios y decididos.. luego se dirigieron a su encuentro en barcelona tiempo atrás, a su pequeña escapada, la forma en que sus ojos brillaron a contraluz del atardecer, lograron sacarle un suspiro muy mal disimulado, finalmente, sus recuerdos quedaron varados en aquella noche en que el ruso menor se decidió a ser él quien visitara a Otabek en Kazajistán, fue un viaje interesante, el cual culminó con una noche inesperada, sus mejillas se colorearon furiosamente de un carmín intenso al ver claramente aun frente a él aquel par de ojos tan hermosos brillantes y cristalinos a causa del placer...

En otra vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora