Inútil

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- El entrenamiento se dividirá en dos fases, la física constará de cuatro apartados, físico, táctico, armamento y puntería, dentro de dos meses el que no haya pasado de la línea será un sin facción - veo al fondo de la sala una pantalla trasparente con todos nuestros nombres y una raya roja en medio, como estoy la primera en la lista deduzco que está en orden de saltadores - Los que pasen a la segunda fase, pasará al apartado tecnológico de inducción del miedo -

-¿ Inducción de como? - escucho a Christina, la chica morena, susurrar detrás de mi.

- El entrenamiento empezará mañana a las cinco, el que se salte algún entrenamiento sin justificación médica o autorización directiva, pasará directamente a ser un sin facción - siento como si Cuatro me estuviese mirando fijamente a mi, pero eso es imposible, así que me dedico a mirar alrededor de la sala examinando e intentando adivinar con qué me voy a encontrar mañana exactamente - Os podéis ir a comer, y aprovechad esta tarde para daros una vuelta por el pozo, será uno de los pocos días libres que tendréis estos cuatro meses -

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El comedor es un espacio enorme de dos plantas, la segunda abierta y delimitada por barandillas, pintado de un sombrío gris, aunque eso no me disgustaba del todo.

- ¡____! Aquí - veo como Sam levanta la mano y me acerco a paso lento a la mesa para no tirar mi bandeja - Mira, estos son Christina, a la que ya conoces porque es una bocazas - Christina rueda los ojos mientras que un chico de al lado que no conozco empieza a reírse mientras asiente - Y él es All - hago un pequeño asentimiento con la cabeza a modo de saludo y tomo asiento al lado de Sam.

- Así que vienes de Abnegación, que cambio -

- Christina. -

- ¡¿Qué?! Era un comentario inofensivo -

Río un poco escuchando la conversación medio a susurros que mantienen esos dos y empiezo a pinchar con el tenedor un círculo rosita, que parece blandito y que no se que es.

- Es una hamburguesa, ¿Nunca has visto una? -

- Christina, los abnegados no comen carne, creen que es muy... egoísta, he escuchado que tampoc-

- No se os permite hablar de vuestras antiguas facciones, ahora pertenecéis a osadía - pego un pequeño salto porque no me había fijado en que Cuatro estaba sentado a mi lado.

- Y tú, ¿De qué facción eras? - dios, no se de donde he sacado la valentía de decir esa mierda pero lo he hecho, dios ampárame, porque ahí te voy.

- ¿Qué te hace pensar que puedes hablarme? -

- No sé, quizá es... porque eres muy accesible - si eso ___, tú arréglalo.

Cuatro me mira fijamente durante unos segundos y antes de levantarse e irse, se acerca un poco a mi y murmura un - Ten cuidado - que me hiela hasta los huesos.

Christina empieza a reírse a carcajadas y Sam palmea mi espalda conteniendo la risa.

- ¡Joder con la estirada! -

Ya está, soy una sin facción, acabo de firmar mi sentencia de muerte, justo cuando estoy imaginando de que formas Cuatro puede conseguir que me echen o que me maten, todo el comedor se calla y aparece un hombre en el piso de arriba, que rápidamente se apoya en la barandilla y empieza a hablar.

- Yo soy Max, el líder de Osadía, esta noche estoy aquí, para darle la bienvenida a los nuevos reclutas - todo el mundo empieza a chillar y de repente la gente empieza a cogernos en volandas y en un momento, me encuentro navegando en un mar de gente que me va moviendo con sus manos, cientos de manos cogiéndome por las piernas y por la espalda, moviéndome de un lado a otro, y lejos de lo que pudiese haber imaginado, fue divertido.

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El primer día había sido horrible, a primera hora nos habían llevado fuera de la sede de Osadía a correr durante dos horas, bajo el frío del invierno, en tirantes, después llegamos a las 7 a la sede de nuevo y yo me moría de envidia cada vez que veía pasar a un Erudito con un vaso de café o chocolate para llevar, ya que significaba que acababan de levantarse y yo no.

A lo largo del día nos enseñaron defensa cuerpo a cuerpo y a desmontar y montar un arma, lo último no se me daba tan mal, pero el combate cuerpo a cuerpo...

Dejaba que desear, bastante, incluso Sam, que sus bracitos eran más finos que los míos se le daba bien la lucha.

A medio día apareció el chico de la primera prueba, el que llevaba la cara llena de metralla, y dijo palabras que no quería oír.

- Primera saltadora, al ring, contra la saltadora número... 13 - me giré en el instante en el que dijo el número y quise llorar al ver a una chica el doble de ancha y de alta que yo - Esto no se termina hasta que gane una o la otra no pueda seguir -

- O hasta que alguien se rinda - murmuró Cuatro.

- Cambio de reglas Cuatro, aquí nadie se rinde, y si se rinde, ¡Se queda sin facción! ¡¿LO HABÉIS OÍDO?! -

Mirando a la gigante que se paraba de pie frente a mi, me di cuenta de que seguramente era muy pesada, y se movería más lentamente que yo, quizá... quizá si consigo escabullirme de sus brazos tenga una oportunidad.

- ¡Luchad! -

Tomé una distancia segura y puse mis brazos en posición de defensa, lista para lo que viniera, lanzó el primer puñetazo y logré esquivarlo justo cómo había planeado, aunque no había tenido en cuenta su rodilla, que fue directa a mi cara y me dejó inconsciente, lo último que logré oír fue al chico con metralla en la cara murmurar un "Menuda inútil sin facción".

Y si no fuera Tris su amor ( Cuatro y tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora