Osada

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Esperé tranquilamente a que el resto de personas bajaran, sintiendo la mirada de uno de erudición en mi espalda, aunque la verdad, no es como que yo pudiera apartar mis ojos de Cuatro o algo así... no, para nada.

- Vamos Sam... salta, por favor - susurro desenado que mi amigo salte y no se quede arriba.

- Este era el último al parecer - escucho decir a alguien detrás mío y me entran ganas de llorar "¿De verdad Sam no ha saltado?", pero un chillido proveniente del agujero en el techo hace que mis esperanzas aparezcan de nuevo, y al mirar a la red, Sam está ahí tumbado mirando el agujero como si este fuese a  comérselo - Ah... pues no, no era el último - vuelve a hablar el osado detrás de mi.

- Gracias a Dios, Sam, creía que te rajabas - murmuro cuando se acerca a mi con una sonrisita - ¿A caso el instructor con metralla en la cara ha decidido darte un discurso político o algo? -

- Tu sentido del humor alegra mis días, de verdad - murmura sarcástico riendo un poco - No, pero he estado a punto de rajarme, de verdad qu-

- Silencio. - giro la cabeza hacia la voz que ha interrumpido el barullo de voces que había y me doy cuenta de que es Cuatro, "Es tan guapo, en serio, nadie, ningún ser humano, puede llegar a ser tan guapo, literalmente nadie" -  Los nacidos en Osadía con Eric, los trasladados conmigo, rapidito - suspiro aliviada dándome cuenta de que Sam y yo ya estamos donde debemos - Normalmente trabajo en dirección, pero este año voy a entrenaros, mi nombre es Cuatro -

- ¿Cuatro? ¿Cómo el número? -

Veo como Cuatro tensa la mandíbula y lanza una sonrisita cabreada.

- Sí, como el número - murmura mirando a la chica que lo ha preguntado.

- ¿Qué pasa? ¿El uno, el dos y el tres ya estaban cogidos? - mala idea, cabrear a quien se supone que decide tu futuro es una muy, muy, muy mala idea, estaba a punto de susurrárselo pero cuando levanté la mirada Cuatro observaba ya muy de cerca a la chica.

- Yo que tú - susurró tranquilamente - me aseguraría de elegir muy bien tus palabras antes de hablar, han tirado a gente al pozo por menos -

- ¿Qué es el pozo? - murmuro sin darme cuenta.

- Esa, primera saltadora, es una muy buena pregunta, seguidme -

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- ¡Este, iniciados míos, es el pozo, el centro de ocio de Osadía, subiendo esas escaleras encontraréis tiendas y esas cosas, lo necesario para vivir! - algunos Osados se reían mientras nos miraban, aunque la mayoría de ellos nos ignoraban, la verdad es que yo estaba más ocupada mirando el vacío que se abría a mis pies detrás de una barandilla y como el techo transparente de cristal no servía ni para alumbrar un trozo, aunque podía escuchar agua correr debajo de mis pies.

- Esas escaleras podrían perfectamente caerse a pedazos - miré a Sam por un momento confusa y después recordé las escaleras que subían a las tiendas, que no eran más que peldaños escarbados en la roca, sin barandilla y que daban la sensación de que iban a caerse en cualquier momento - Ya suficiente odio mi vida al haberme apuntado a Osadía como para arriesgar mi vida subiendo esas escaleras - no pude evitar soltar una risita, nunca en mi existencia alguien me había hablado así.

- La pareja de ahí atrás, ¿Algo que compartir con la clase? - nos miró muy seriamente, como si quisiese que nos hiciéramos más, y más, y más chiquititos en nuestro sitio.

Ambos negamos con la cabeza rápidamente y Cuatro pasó a hablar de otras cosas con rapidez.

- Vamos, os enseñaré vuestro dormitorio - nos llevó por una clase de enmarañados pasillos con poca luz hasta una habitación amplia llena de literas - Este es el dormitorio -

- ¿Para chicos o chicas? -

- Para ambos - se escuchó un quejido general que hizo a Cuatro reírse - Si os gusta esto, os encantará el baño - y... en efecto, nos "encantó", literalmente era una habitación sin puertas, lavabos al aire, baños juntos, y duchas en mitad de la habitación, sin separaciones, y, obviamente, sin puertas - Acostumbraos, viviréis aquí durante cuatro meses, cambiaos a la ropa que tenéis encima del armario, hay distintas tallas, tenéis diez minutos -

Mientras me ponía la ropa que había cogido (la que pensaba que me quedaría bien porque en realidad no sabía que talla usaba) miré a mi alrededor para intentar quedarme con alguna cara, la chica que había enfadado a Cuatro,( Christina si no recuerdo mal), una chica castaña y morena de piel, estaba a dos literas de mi con cara de odiarlo todo, de odiarte a ti, a ella, a la cama, y a una hormiga que pasaba por el suelo, Sam, en cambio, estaba a mi lado, porque habíamos conseguido la misma litera.

- No tiene buena cara - susurro señalando con los ojos a la tal Christina.

- Me parece guapa - murmuró encogiendose de hombros - Y yo también tendría esa cara si hubiese desafiado a mi superior, no crees? -

- Imagino que sí... quizá - terminé de ajustarme la camiseta y una mano se estampó en mi espalda haciendo que cayese de cara al suelo, "Mierda, duele muchísimo", me levanté lentamente y puse una mano en la herida que tenía en el labio, que no dejaba de sangrar - Hijo de pu-

- Eh, ¿Qué coño crees que haces? - puede, y solo puede, que mi primer instinto al escuchar a cuatro acercarse fuera hacerme una bola en el suelo... solo puede.

- Me he resbalado, ha sido un accidente~ - Oh, podía reconocer ese tono de prepotencia, era el mismo chico que me había llamado estirada en la azotea, iba a quitarle la sonrisa de la cara, de algún modo u otro.

- Basta de tonterías, llevad la ropa al incinerador, y todos a la sala de combate -

- Imagino que esa sala de combate va a ser nuestra aula - murmuré recogiendo mi ropa antigua y echándola al apartado donde ponía "Incineración".

- Por el nombre que tiene, yo diría que sí -

Y si no fuera Tris su amor ( Cuatro y tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora