Cap:3 En el coche

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POV Nicol.

Me pasa el último plato que acaba de lavar y pregunta:

—¿Está es tu forma de disculparte?

La tomo y procedo a secarlo como he hecho con los anteriores.

—Puede. —le contesto sonriente.

—Eres la amiga más malgeniada que he tenido.

—¿Y quién ha dicho que somos amigas? —pienso en voz alta escupiendo mi amargura.

—Estúpida. —me insulta con humor y se ríe.

También me río, mientras coloco el plato en el guarda vajillas. Ella deja todo limpio, en especial la encimera donde estábamos cenando.

—Bueno, debo admitirlo... —empiezo diciendo captando su atención. —No hay formas deshacerme de ti, entre peor te trato, más me quieres. —concluyo humorística.

—Ja ja ja. —me saca la lengua. —No te creas, solo te he invitado a cenar para que me cuentes todo el chismesito de anoche... con eso de que salí temprano hoy y no nos vimos.

Sería una falta de respeto no decirle que:

—Disfruté mucho la paz mental que me otorgó tu ausencia.

Automáticamente me pone una de sus caras épicas adornado por una mueca.

—Creo que la paz mental te la generó otro, Peece me contó. —me lanza una indirecta riendo. —Diría que hasta luces menos como el tumor en los ovarios que sueles ser.

No pude evitar soltar una carcajada.

—Tumor en los ovarios. —repito aún riéndome.

—Sh, qué vas a interrumpir a mi padre y a tu amorcito en la oficina.

—¿Mi amorcito? ¿Peece? ¿Uno de tus hermanos? —cuestiono graciosa.

—Julius. —suelta de golpe. —Julius Blake.

Mi risa se esfuma al instante pero voy a conservar la calma porque probablemente lo haya dicho en broma solo para hacerse la chistosa.

—Muy graciosa... —le digo sarcástica.

Me da una mirada traviesa mientras enrolla la punta de su pelo ondulado en su dedo índice.

—Okey. —se encoge de hombros.

De un momento a otro se me acerca, me toma de una mano y tira de mí arrastrándome hacia no sé qué parte de su casa.

—Tú cómo qué no te has medicado hoy ¿Cierto? —me burlo y me quejo a la vez.

Cruzamos la sala hasta llegar a una puerta cerrada al lado de las escaleras y toca recibiendo respuesta inmediata del otro lado.

—¿¡Quién!? ¿¡No dije que no me molestaran!? —podía reconocer esa voz a la perfección, su padre aunque se escucha más iracundo y estresado de lo normal.

Zayda abre la puerta de golpe dejando ante mi vista a mi jefe sentado en su escritorio con cara de acabar de venderle su alma al diablo y...

Dios...

¿Qué hace él aquí?

Unos ojos azules chocan contra los míos, su mandíbula perfectamente marcada, su cabello lacio cayendo a ambos lados de su rostro hasta tocar sus hombros, sus labios, sus manos... Hay pocas cosas difíciles de ignorar en este mundo y sin duda alguna, este chico es uno de ellos.

Anoche no pude verlo del todo bien por la oscuridad... aunque igual ahora también es de noche pero la casa está bien iluminada.

A la vez, tiene el semblante más escalofriante que he visto en una persona. Sus ojos lucen  implacables.

Obsesión despiadada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora