── ❝ Pechos ❞ ── SaneGiyuu

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Jadeos se escuchaban por la habitación. Giichi se removía en su cama, mientras que su pareja dejaba un rastro de lamidas, besos y mordidas por todo su cuerpo.

Sus piernas se enredaron en la fina cintura de su mayor, haciendo que sus genitales rozaran, sacándoles un gemido.

Si había algo que le gustaba a Nemi, era dejar chupetones y mordidas por el cuerpo de su pareja, no sabía por qué, solo le encantaba. Tal vez, era una pervertida que le encantaba ver a su novia marcada por todos lados. Si, simplemente era una pervertida.

Y tras dejar muchas marcas y mordidas en el pecho de su pareja, se acercó a su boca y la beso con voracidad, lamiendo sus labios y jugando con su lengua.

Si que disfrutaron esa noche.

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Se despertó muy temprano, muy cansada salió de su cómoda cama y en el reflejo del espejo del baño lo único que vio fue que todo su cuello, pecho, abdomen, piernas y espalda estaban llenos de chupetones, mordidas y uno que otro rasguño.

No le molestaba tenerlas, le molestaba lo difícil que era ocultarlas. Te odio tanto, hermosa y sensual Nemi.

La Shinazugawa al escuchar la maldición de Giichi, salió de su camita y fue donde se encontraba su pareja, a punto de cometer un crimen de odio.

No dijo nada, solo la miraba con cierto enojo, mientras Nemi solo se quedó parada en la puerta, sonriendo maliciosamente. Su novia veía realmente hermosa con esas marcas que no pudo evitar excitarse.

Se acercó a su cuerpo desnudo y la envolvió con sus brazos, procedió a dejar suaves besos en su mejillas y labios, como una disculpa.

Una disculpa que Tomioka jamás rechazaría.

Se dejó mimar por su novia, en la tranquilidad de sus brazos, solo hasta que la albina hablo.

— ¿Quieres hacerlo de nuevo? — Estaba muy necesitaba, otra vez.

Giichi la miró con reproche y negó — Vete me quiero dar un baño — Se separó del abrazo y sacó a la Shinazugawa con un empujón — Y, por cierto, buenos días cariño. Te quiero — Y le cerró la puerta en la cara.

Nemi hizo un puchero a la madera frente suyo, pero no se rendiría fácilmente, sin permiso entro nuevamente a la habitación y con cuidado nuevamente apresó a la menor en sus brazos.

El resto es historia.

No, la verdad es que lo único que se gano fue un golpe en la cabeza y un nuevo chichón.

Tomatito.