Dibujo de portada de capítulo: Bubblegum-girl.
Epílogo.
Ocho meses después.
El teléfono sonó justo cuando Genzo acababa de realizar su rutina en la bicicleta estática; él se secó el sudor del rostro y después se dirigió al sitio en donde había dejado su Smartphone. Tras echar un rápido vistazo a la pantalla, Wakabayashi se dio cuenta de que quien le hablaba era su padre.
– Hallo –contestó en alemán de manera automática–. ¿Qué hay, papá?
– Espero no haber interrumpido algo importante, Genzo –habló Shuzou, en japonés.
– No realmente –aseguró el joven–. ¿Necesitas algo?
– Sólo quiero recordarte que tu madre y yo te esperamos a comer el próximo domingo, a las dos de la tarde –aclaró el señor Wakabayashi–. Me gustaría que no llegaras con retraso, por favor. Y trae a tu novia de ser posible, si es que ella no está muy ocupada.
– Haré lo que esté en mis manos –replicó Genzo, mientras reprimía una sonrisa.
Tras concluir la llamada, el portero vio que, si no se apresuraba, se le haría tarde para su próxima reunión, así que fue a darse una ducha rápida. Mientras lo hacía, reflexionó en el hecho de que los últimos meses habían transcurrido tan rápidamente que casi ni los sintió y su cumpleaños ya estaba otra vez a la vuelta de la esquina. Al menos, ese año su padre se conformó con invitarlo a comer en vez de hacer una celebración a gran escala, tal vez impulsado por el fracaso del cumpleaños anterior.
"Aunque no puedo considerar que haya sido un fracaso completo", pensó Genzo. "Después de todo, lo ocurrido en esa fiesta llevó a cosas mucho mejores".
O quizás Shuzou al fin había entendido que no debía inmiscuirse en la vida de su hijo más joven. Al menos, había cancelado definitivamente esas tontas cenas con posibles Candidatas y le había asegurado a Genzo que permitiría que él se hiciera cargo de su vida amorosa, dejándole vía libre para que se buscara una esposa cuando quisiera y como la quisiera. Cualquier error que cometiera, afirmó, sería cosa suya y de nadie más. A Genzo le parecía irónico que su padre puntualizara que sus errores serían causados por él, cuando por culpa del mismo Shuzou se creó un gran escándalo que en otras circunstancias no habría pasado a mayores.
Cuarenta minutos después, Wakabayashi dejaba su departamento para dirigirse a una pequeña clínica ubicada en un barrio de nivel medio en Múnich. Dicha clínica tenía poco tiempo de haber abierto, pero ya contaba con suficiente clientela que aumentaba cada día, posiblemente porque los médicos que estaban ahí eran de lo mejor que ofrecía el país. El japonés se estacionó en una de las plazas reservadas a los pacientes y entró por la puerta principal; en el vestíbulo, la recepcionista le sonrió al verlo y le preguntó si estaba ahí para solicitar consulta o si buscaba a alguno de los doctores.
– Lo segundo –respondió Genzo, al tiempo en que se sentaba en uno de los sillones de la sala de espera.
La recepcionista asintió y le informó que avisaría que él estaba ahí. Mientras esperaba, Wakabayashi miró la televisión que estaba montada en una esquina y que retransmitía el último partido del Bayern Múnich, en el que él había participado. Siempre le causaba una sensación extraña el verse a sí mismo en televisión, como si no fuese él sino un clon suyo el que jugara, aunque no podía negar que le encantaba ver sus habilidades en la pantalla. Concentrado como estaba, Genzo no se dio cuenta de cuánto tiempo pasó hasta que notó, con el rabillo del ojo, que una persona se acercaba a él.
– Hola, ¿te he hecho esperar mucho? –Lily apareció con una bata en la mano y su bolso colgado del otro brazo.
– No, creo. –Genzo le sonrió y señaló la televisión–. Me perdí viendo el juego.
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Más valioso que el dinero [Captain Tsubasa]
Fiksi PenggemarHarto de las citas que le organiza su padre para conseguir esposa, Genzo Wakabayashi busca desesperadamente la forma de quitarse a su última cita de encima, lo cual desencadenará una serie de eventos que lo llevarán a relacionarse con alguien que al...